Srnicek, N. (2018). Capitalismo de plataformas. Buenos Aires: Caja Negra (publicado originalmente como: Srnicek, N. (2016). Platform capitalism. Cambridge: Polity Press. 

Cualquier reflexión sobre las consecuencias socioeconómicas de las tecnologías digitales en el capitalismo debería comenzar con una reflexión previa sobre “¿qué es el capitalismo?” Vale que nos preguntemos: ¿cuándo decimos capitalismo estamos hablando de un sistema económico vinculado a un modo de producción específico, enraizado en la propiedad privada, la competencia de mercado y el impulso a las ganancias? ¿O más bien hablamos de un marco normativo y moral complejo que determina y defiende la ganancia y la competencia por la propiedad privada?

Sí, yo sé… son preguntas sumamente teóricas que podrían desviar de un hallazgo empírico sobre estas tecnologías. Pero no por ello son irrelevantes, pues terminan dando forma a los tipos de investigación que pueden o no hacerse. La respuesta a estas preguntas delinean qué tipo de actores, instituciones y/o procesos pueden ser incluidos o excluidos como objetos de estudio. Por eso es que el capitalismo rara vez termina siendo “todas las anteriores”, dadas las limitaciones de una respuesta “fácil” sobre el enfoque disciplinario del escrutinio que queremos hacer. Incluso si el capitalismo termina complicando cualquier esfuerzo de verlo como un “todo” monolítico, en razón de su heterogeneidad y dinamismo , siempre terminamos prefiriendo un abordaje sobre otro.

Me refiero a todo ésto, porque lo que me queda claro del trabajo de Nick Srnicek es que ha tomado una decisión bastante economicista a la hora de perfilar su investigación sobre el significado de las plataformas digitales – desde Google hasta Uber – en el capitalismo contemporáneo. En Capitalismo de Plataformas, Srnicek hace un recuento histórico detallado del origen, características actuales y futuro de la economía digital, entiendo a las compañías que impulsan el uso de plataformas tecnológicas como un nuevo modelo de negocios destinado a profundizar estrategias posfordistas para explotar la ventaja competitiva y promover nuevas formas de creación de valor.

En efecto, lejos del triunfalismo público de hace diez años sobre la potencial democratización social producto de Facebook, o la llegada de Uber a Costa Rica el año anterior, Srnicek entiende a las compañías de plataformas como actores económicos, cuyo objetivo es transformar las sociedades a escala global, con base en su propio interés de hacer ganancias al menor costo posible.

Srnicek desmarca su análisis de otros estudios sobre la economía digital, los cuales considera negligentes respecto a “los asuntos económicos que giran alrededor de la propiedad y la rentabilidad” (pág. 10). En respuesta, Capitalismo de Plataformas busca ofrecer “una historia económica del capitalismo y la tecnología digital, reconociendo a su vez la diversidad de formas económicas y las tensiones competitivas inherentes a la economía contempóranea” (pág. 10). El libro se compone de tres capítulos, los cuales se refieren al pasado, presente y futuro del capitalismo de plataformas. Srnicek justifica su abordaje analítico por considerarlo “importante para la forma en que pensamos estratégicamente y desarrollamos tácticas políticas para transformar la sociedad” (pág. 14). Esto a pesar de que su trabajo termina antes de proponer alguna táctica tangible en respuesta.

El orígen de las plataformas

El capítulo 1, titulado “La larga recesión” busca “historizar las tecnologías emergentes como resultado de tendencias económicas más profundas” (pp. 13-14), enfatizando en tres eventos (o procesos) clave: (1) la respuesta capitalista a la recesión de la década de 1970; (2) la expansión y subsecuente implosión de la burbuja financiera alrededor de las “puntocom” al inicio del siglo XXI; y (3) el desenlace de la crisis financiera de 2007-2008.

Retomando más de un argumento de Robert Brenner, Srnicek inicia señalando que el capitalismo es esencialmente determinado por la “dependencia generalizada al mercado”, la cual establece un “imperativo sistémico para reducir los costos de producción con relación a los precios”, todo lo cual requiere de una constante optimización del trabajo y la productividad a través de la innovación tecnológica (pág. 17). De este modo, el capitalismo está determinado por algunas tendencias nucleares que obligan a que las empresas promuevan reducciones de costos, la eliminación de la competencia, el control del trabajo, la reducción de tiempos muertos y la ampliación desmedida de su participación en el mercado. Todas estas tendencias, señala Srnicek, informan la actuación de la plataforma en el capitalismo actual.  

Este capítulo ofrece una perspectiva clara de cómo el capitalismo – en tanto modo de producción – depende del apoyo tecnológico y financiero como parte de su búsqueda incesante por la acumulación de capital. Los tres momentos anteriormente mencionados son hechos cruciales para comprender cómo y por qué la siguiente fase en la reestructuración de la corporación moderna posfordista es la “compañía de plataformas”. En efecto, Srnicek define a las plataformas como entidades empresariales que se concentran exclusivamente en actividades de alto valor agregado, al tiempo que se “deshacen” todo tipo de obligaciones laborales, mediante una “tercerización” radical, mediada por la tecnología. El objetivo es la formación y administración centralizada de cadenas remotas de mercancías “fisuradas” (en la forma de los “ecosistemas de valor” de hoy).

Srnicek explica cómo esta reestructuración ha sido provocada por la financialización, la desregulación y las políticas monetarias expansionistas de los últimos treinta años. Como Srnicek apunta correctamente relativo al crecimiento espectacular de la inversión financiera en compañías tecnológicas durante los 1990: estas políticas no sólo establecieron las bases de la economía digital, sino que precipitaron el crash en el mercado de valores del 2001, sentando las bases de la crisis de las hipotecas subprime.

No puedo decir que el capítulo ofrezca un análisis completo. Para empezar, él no presta mucha atención a la forma en que la financialización ha afectado las prácticas y objetivos de negocios, especialmente en lo que respecta al manejo de recursos humanos. Aunque se menciona la creciente importancia del valor accionario en la toma de decisiones corporativas, no hay mucha discusión sobre cómo la proliferación de la compra-venta de acciones moviliza a que las empresas opten abandonar sus negocios en la producción de bienes y servicios, en favor de esfuerzos rentistas con consecuencias negativas para el  trabajo.

En otras palabras, el capitalismo de plataformas no sólo es un asunto de las corporaciones tomando ventaja de la desregulación y haciendo lo que tenían que hacer para reducir costos, como Snircek argumenta. Esto es sobre cómo la gobernanza neoliberal – en tanto modo de regulación dinámico e intensivo en experimentación regulatoria – reconfigura las relaciones entre empresas, finanzas y trabajo, al tiempo que se replantea el rol del estado. En efecto, me resultó muy interesante que Snircek no hace una sola referencia al neoliberalismo en el libro, lo cual puede señalar su desagrado con el término (lo cual es comprensible) o su indisposición de considerar al capitalismo como un proyecto en mutación – hoy centrado en “gobernar vía deuda”, en lugar de ser sólo un modo de producción.

Las plataformas de hoy

El capítulo 1 concluye con la “coyuntura actual”, definida por la austeridad fiscal, la evasión corporativa de impuestos, y un exceso de capital para inversión (producto parcial de una política monetaria expansiva de nunca acabar), todo lo cual termina promoviendo un escenario de inversiones riesgosas, especulación financiera y  una creciente inseguridad laboral y desigualdad social (pág. 36-37). En el capítulo 2, Snircek enfoca su narrativa alrededor del ascenso de la empresa de plataformas, como una nueva oportunidad de invertir ese capital superfluo en nuevas tecnologías destinadas a monetizar la extracción, el procesamiento y el análisis de datos. El argumento central de Srnicek es que, en un contexto financiero como éste y al margen de la profundización del posfordismo y la tercerización, los datos comienzan a ser considerados una fuente central para la generación de ganancias en la economía digital.

El argumento hace un claro salto argumentativo pues no se ofrece una discusión razonable de cómo las tres recesiones recientes en el capitalismo central (1990-91; 2000-02 y 2007-09) han sido seguidas por una recuperación sin trabajos, así como nuevas etapas en el desarrollo de la información en red y las tecnologías de comunicación; i.e.: la Internet, las plataformas 2.0 y la conectividad ubicua de telefonía móvil. Cada etapa incluye experimentos con nuevas formas de creación y extracción de valor capitalista como resultado de un crecimiento económico insuficiente. Sin embargo, concuerdo con Srnicek: lo que amarra a todos estos experimentos es su búsqueda de un mercado sin fricciones basado en optimizar la información, como medio para predecir el comportamiento humano y hacer una ganancia.

Snircek ofrece una descripción sencilla, pero efectiva, de la empresa de plataforma como un nuevo tipo de firma que es propietaria de y administra una infraestructura computacional que sirve de intermediaria entre la verdadera producción de valor, la cual sucede entre grupos de usuarios. El modelo de negocios consiste en la rentabilidad asociada a este gobierno de las posibilidades de interacción entre usuarios. Por ejemplo, si bien el contenido de una red social como Facebook es producido casi totalmente por sus usuarios, esta empresa es la que obtiene la mayor tajada de las ganancias a través de la publicidad vinculada a dicho contenido. Se trata de un modelo de negocios que  “presenta tendencias monopolísticas producto de los efectos de red (i.e.: mientras más numerosos sean los usuarios de la plataforma, más violiosa se vuelve y más nuevos usuarios genera), por hacer uso de subvenciones cruzadas (…) y tener una arquitectura central establecida que controla las posibilidades de interacción” (pág 49).

El resto del capítulo se dedica a una valoración general del paisaje de las plataformas, presentando y evaluando cinco tipos: de publicidad, en la nube, industriales, de productos y austeras. No puedo entrar en tanto detalle, por lo que sólo me concentraré en el último tipo: las plataformas austeras– como Uber, Airbnb y otras de la llamada: “economía compartida”, las cuales son consideradas aquí como un modelo de negocios que es insostenible y que no adicionan nada a la economía.

Si bien otras plataformas han acumulado activos significativos en la forma de hardware y otras formas de capital fijo (e.g.: las ‘granjas de servidores’ de Google), permitiéndoles obtener una ventaja competitiva para volverse rentables, las plataformas austeras operan de acuerdo a un modelo “hiper-tercerizado” que las hace dependientes (y hasta extractivas) del valor producido por terceras partes, tal y como los usuarios que proveen los activos fijos para la operación de la empresa (e.g.: las casas y habitación de alquier en Airbnb) o la fuerza de trabajo (e.g.: los conductores de Uber). Para Srnicek, Uber es la epítome de este modelo de negocios: la empresa más grande de taxis del mundo, a pesar de que no tiene un sólo taxi a su nombre.

Si bien concuerdo con esta valoración, en vista de que estas plataformas invierten casi nada en activos físicos, creo que es negligente con algunas novedades. Los mercados entre pares no son objeto de la atención de Srnicek, pero deberían, porque más allá de su potencial de dominar varias industrias, estas plataformas están transformando la manera en que la gente consume y produce bienes y servicios. Permitiendo un acceso instantáneo y la capacidad de monetizar cualquier activo, estas plataformas difuminan lógicas de mercado y racionalidades empresariales a nuevos territorios. De igual forma, estas plataformas están alterando las condiciones y el mercado laboral de forma irremediable. Mientras que Snircek está en lo correcto cuando afirma que la economía del “gig” (e.g.: Uber, Uber Eats, Glovo, etc.) implican “efectivamente una aceleración de la tendencia de largo plazo hacia un empleo más precario” (pág. 75), esto no significa que el trabajo mediado por las plataformas sea más de lo mismo.

¿Futuro de las plataformas? 

Esto me lleva al capítulo final, “Las guerras de plataformas”, en que Snircek describe lo que percibe como las principales tendencias y retos del capitalismo de plataformas hacia el futuro (cercano). Su abordaje se centra en la competencia entre las empresas de plataformas – el cual resulta en observaciones interesantes sobre el futuro por venir. Los retos definidos por Srnicek parten de sus argumentos previos relativo a la proclividad innata de las compañías de plataformas hacia la monopolización de la extracción de datos sobre todas las esferas de la vida, la necesidad de salvaguardar su posición estratégica en el ecosistema de valor, la necesidad progresiva de enclaustramiento de los ecosistemas y la convergencia de las compañías en mercados similares.

Quizás, lo más interesante del libro fueron las especulaciones de Srnicek sobre cómo estas proclividades derivan en modelos de negocios destinados a “rentar” del acceso, a costas de la propiedad del consumidor. El ascenso de redes de distribución de propiedad intelectual (e.g.: vídeojuegos, películas, entretenimiento e información) tienen como corolario la expansión masiva de los micropagos al pundo de que cosas que antes podían considerarse propiedad del usuario, ahora se convierten en servicios de la empresa. Por ejemplo, piénsese en la manera en que las grandes plataformas de venta de videojuegos en línea (e.g.: Steam, PlayStation Store, Xbox Live, etc.) han socavado sistemáticamente a empresas y usuarios que acostumbraban comprar y vender copias físicas usadas de este software. O la manera en que Microsoft Office pasó de ser un software comprado de forma definitiva, a una licencia por suscripción.

De manera que, ¿es la era de “todo como servicio? ¿Es este modelo hiperextractivista y ultracontingente el futuro del capitalismo? ¿Cómo es que esto impactará nuestras vidas y nuestras formas de vida y qué es lo que nosotros podemos resistir o evitar en este futuro? En sus últimas páginas, Srnicek considera algunas alternativas, desde el uso de formas de regulación más estricta a cooperativas en plataformas – las cuales son rápidamente descartadas para la creación de plataformas cuyos servicios son ofrecidos como utilidades públicas. Pero estas sugerencias no son más que argumentos menores, y a pesar de la preguntas sobre cómo la plataformas cooperativas son diferentes de aquellas controladas por la gente, es poco claro cómo uno puede movilizar los recursos estatales para crear plataformas post-capitalistas cuyo control sobre los datos recolectados nunca será independiente de la vigilancia del aparato estatal. En pocas palabras, Srnicek ofrece un excelente diagnóstico económico de la realidad actual de la economía digital, pero con pocos consejos sobre qué hacer al respecto.