Un triunfo de producción visual

Barbie, la reciente adaptación fílmica de Greta Gerwig de la famosísima muñeca de Mattel, es un triunfo de producción visual, diseño y estética. Un filme visualmente llamativo que viene de una de las mejores cineastas del mainstream hollywoodense de hoy. Aunque su trama está limitada por los dueños de la propiedad intelectual de Barbie, el filme es realmente encantador y relevante.

El filme cuenta la historia de un modelo específico de la muñeca homónima interpretada por Margot Robbie. El modelo en cuestión – llamada en el filme como “Barbie estereotípica”, vive en un idealizado mundo imaginario llamado Barbielandia. Cuando ella empieza a experimentar cambios extraños, como contemplar su propia mortalidad, tomar duchas frías o caminar con pies planos, ella se da cuenta que la niña que está jugando con ella ha abierto una brecha entre las diferentes capas de realidad que las separa. Así, junto con Ken – un muñeco definido enteramente por su relación con Barbie – ella se aventura al mundo real para restaurar el delicado balance.

Aunque enredada al principio, el filme parte de una premisa sólida, envuelta en un guión inteligente. Pero, si bien se supone que Barbie es la protagonista, la película se vuelve realmente convincente hasta la segunda mitad, cuando Ken se vuelve el personaje que empuja la trama. En efecto, mucho del excelente comentario social y desarrollo narrativo sucede luego de que este personaje reconoce una profunda epifanía sobre su lugar en Barbielandia tras su viaje al mundo real y decide volver para cambiar ese lugar idealizado.

En general, Barbie es un filme muy bien logrado. En su diseño y estética, el filme pareciera retomar aspectos visuales de épicas viejas de Hollywood. Me sorprende cómo, por una fracción pequeñita de lo que cuesta una película hoy, Barbie termina viéndose más impresionante que las películas taquilleras de hoy.

OK… ahora hablemos de la trama en profundidad, “spoilers” en todo lo que sigue…


Sobre lo que se puede y no puede decirse de Barbie

Un aspecto que encuentro muy interesante del filme es que Barbie (la película) tiene muy poquito qué decir de Barbie (el personaje). Sí, en la película seguimos las vivencias de este personaje y ella sale en casi todas las escenas del filme. Pero, resulta muy curioso que ella no tiene un arco narrativo o una historia clara en el filme. No son sus acciones las que sirven de “catalistas” para el filme; más bien, Barbie se aventura al mundo real por las acciones de Gloria (¿su dueña?) y, luego para sanar la relación de ella con su hija.

De hecho, al final de la película, (¿el fantasma de?) Ruth Handler (Rhea Pearlman) nos explica todo lo qué pasó en el filme, y Barbie se encoge de hombros sobre su participación y agencia. Ella no juega un rol clave en acercar a Gloria y Sasha. Y, aunque ella es elemental en la liberación de Barbielandia de la tiranía de los Ken, en la práctica, la inspiración ideática fue Gloria y el esfuerzo fue colectivo. Además, aunque el filme asume cierto crecimiento narrativo con Barbie deseando volverse humana – un giro narrativo muy interesante – en la práctica, pareciera salir de la nada. Después de todo, ella no se siente particularmente cómoda durante su viaje al mundo real.

Yo me imagino que hay razones de porque está escrito así su personaje. Se sabe que Mattel protege mucho su marca principal. De hecho, entrevistas con el liderazgo corporativo de esa transnacional revela que ellos andaban muy nerviosos de que el filme dañara la marca, por lo que hubo incesantes debates sobre qué podía o no incluirse. Así, los créditos van para Gerwig por ser una excelente cineasta que entendió bien qué podía o no hacer el filme y reconocer dónde encontrar la mayor flexibilidad creativa posible.

Pero, regresando al personaje de Barbie, es notable su inflexibilidad narrativa. Ella es – como dice la publicidad del filme – “todo”. Pero el problema de ser todo es que también se termina siendo nada en específico, ¿no? O sea, si se opta por desarrollar cualquier detalle o conflicto interno del personaje se puede terminar haciendo un potencial daño a la marca y al apelativo de la muñeca a un público mainstream. Entonces, ¿cómo hace uno para contar una historia de un personaje así?

La respuesta de Barbie es que, Barbie no puede crecer realmente. Ella no evoluciona, ni cambia y por eso no tiene un arco narrativo.

Obviamente, Gerwig compensa lo anterior de dos formas. Primero, con un guión que trata de traerse a todas las audiencias de su lado con chistes sobre las numerosas críticas a la muñeca. “Si ustedes adoran a Barbie, esta película es para ustedes”, promete el anuncio del filme, pero también dice: “si ustedes odian a Barbie, esta película es para ustedes”. El filme está lleno de chistes sobre Barbie agradeciéndose a sí misma por resolver el sexismo en el mundo real; y cuando ella se encuentra con Sasha por primera vez, ésta última la lleva por una letanía de críticas a la muñeca.

Sin embargo, el filme no responde esas críticas, sólo las recibe. Y lo hace así, porque eso significaría aceptar que Barbie quizás requiera de cambios fundamentales que el filme debería abordar. Entonces, el toque del filme es sólo darles voz a las críticas y moverse rápidamente a lo que sigue con la esperanza de que se les haya adelantado a todos los más cínicos miembros de la audiencia. Así es como hace para desarmar cualquier crítica potencial a la marca. Un ejercicio sumamente brillante, pero que termina marginalizando a Barbie en su propia película.

De modo que Barbie no es un filme subversivo, sino que uno que elegantemente neutraliza la crítica para defender cuidadosamente el núcleo de su marca corporativa.  

Ken… el protagonista

La segunda forma de compensación del filme es Ken. Yo imagino que la inflexibilidad de la marca alrededor de Barbie, llevó a la decisión de hacer esta película sobre Ken. Y, ¿por qué no? Yo imagino que Mattel estaría más despuesta a dar mayor libertad creativa sobre esto, pues, Ken es un producto que no está muy bien desarrollado. Como el filme señala, el trabajo de Ken es literalmente “playa” y nada más. Muy sencillamente, Ken es una muy guapa hoja en blanco; y, al ser un personaje tan mal definido y tan secundario a la marca registrada, hay más libertad creativa de lo que se puede hacer con él.

Entonces, Ken es el personaje con el arco narrativo en Barbie, casi al punto de que el viaje de Barbie para conocer a Gloria y Sasha pareciera funcionar como una excusa para mandar a Ken al mundo real y que él pueda traer el patriarcado a Barbielandia.

Su motivación es sencilla: habiendo sido ignorado por décadas en el mundo imaginario de Barbie, Ken está sorprendido de darse cuenta de que él es respetado y validado en el mundo real nada más por ser un hombre que se ve como Ryan Gosling. 

Así, en la segunda mitad del filme, Barbie regresa a Barbielandia y descubre que Ken decidió traer ese sexismo en que encontró validación personal a su casa. Ha convertido la casa de ensueño de Barbie en su “mojo dojo casa house”, con sacos de boxear en todas partes, carros 4×4 parqueados en todas las entradas y televisiones de pantalla plana con películas de caballos en un ciclo sin fin. Ahora todas las Barbies les traen cerveza a los Ken y todas las noches son “noches de chicos”.

Claro está, el mejor chiste del filme es que Ken no pareciera entender realmente que es el patriarcado, al menos no conceptualmente. Por ejemplo: él pareciera centrado en la suposición de que el patriarcado involucra caballos porque mucho del imaginario que absorbió del mundo real incluye incesantes imágenes de corceles u hombres a caballo. Sin embargo, él no pareciera comprender como calza eso en realidad. Así, Ken se nos presenta como un chiquillo o un adolescente impresionable, alguien que no tiene entendimiento completo del mundo y que absorbe acríticamente todo lo que se le dice.

Por eso es que Ken no termina siendo totalmente un villano en el filme… o sea, hay posibilidades de rehabilitación. Es más bien un chiquito que emula conductas sin mucha crítica, porque haciendo eso siente que recibe la validación y el sentido de importancia que tanto ocupa (…que, sin duda es como algunas manifestaciones del patriarcado se perpetúan). Así, Barbie ofrece una crítica (digamos que) gentil y “humanizada” del patriarcado, una que evita la realidad de reconocer que muchos de estos sistemas y estructuras se han establecido de forma evidentemente maliciosa. El punto es que Barbie puede ver a Ken con compasión, claro esta, tratándolo no como un hombre; sino que como un niño inseguro y temeroso que ocupa orientación.

El desenlace del filme refuerza lo anterior. El filme culmina cuando Barbie logra comunicarse con Ken y lo convence de sus errores. Ella no ocupa hacer esto presentándose como su amante – aunque Ken intenta de que sea así. Al contrario, Ken hace una rabieta en su cuadro y ella le escucha con empatía y compasión, casi como una mamá lidiando con su enojado adolescente.

¿Un filme sobre la maternidad?

Barbie comienza con un homenaje a 2001: Odisea del Espacio de Stanley Kubrik, en un intento de hacer la observación bastante común – tanto en publicidad como cultura popular – de que esta famosa muñeca fue revolucionaria precisamente porque decidió romper con la tradición generacional de hacer muñecas bebés para el juego de las niñas. O sea, Barbie – la muñeca – fue radical en su tiempo porque era una muñeca de una mujer adulta que podía ser todo lo que quisiera y por tanto, las niñas que jugaran con ella no tenían por qué jugar a ser futuras madres. Barbie no estaba pensada para educar a las niñas a criar a otras niñas. En efecto, su creadora – Ruth Handler – ha argumentado que la belleza de Barbie era que “ella podía ser quien quiera que quisiera ser”.

Curiosamente, este abordaje jamás se extendió a la maternidad. En sus diferentes versiones, el juguete de Barbie ha sido astronauta, doctora, jueza y otro montón de diferentes profesiones; también ha hecho montañismo, trabajo, turismo y otras más actividades, pero lo que nunca ha sido, publicitado y vendido es a la muñeca asumiendo un rol como madre. Y, aclaro, no es que ello sea malo o bueno de forma intrínseca, pero sí revela una curiosidad que me parece atañe a la narrativa del filme.

Digo esto porque la película de Gerwig pareciera regresar constantemente a esta idea de la maternidad como una de sus temáticas y preocupaciones centrales. Cuando Barbie se aventura al mundo real, su función narrativa es sanar la relación entre Gloria y su hija. Incluso, el filme hace un acápite bastante notable cuando, al encontrar Barbie al fantasma de Handler (su creadora) ella le explica que fue bautizada en honor a su hija, Barbara.

Incluso los personajes masculinos del filme son enmarcados en referencia a este tema. “Soy el hijo de una madre”, dice el gerente de Mattel… claro está, haciendo también referencia irónica a la clásica retórica de “ser el padre de hijas” o el “hijo de madres” que generalmente emplean figuras públicas masculinas a la hora de tratar (o restar importancia a) discusiones feministas.

Sin embargo, ironía aparte, Barbie pareciera que explícitamente regresa aquí, haciendo paralelos entre el proceso creativo y la maternidad. En efecto, el elemento desencadenante de la película es que Gloria está tratando de lidiar con la relación complicada que tiene con su hija, Sasha.

Lo mismo sucede con Ken y Barbie. La sección anterior les debe dar evidencia adicional. Pero más que eso, el filme también comienza haciendo el (repetido) señalamiento al público de que Barbie y Ken no son novios. Como Gerwig ha dicho en entrevistas: Ken se deriva de Barbie. “(Él) fue inventado luego de Barbie, para realzar la posición de Barbie ante nuestros ojos y el mundo”. Gerwig continúa: “Es un tipo de mito de creación que se opone al mito de creación en el Génesis”.

O sea, Barbie no siente atracción alguna a Ken, al tiempo que Ken está confudido sobre qué es exactamente lo que siente hacia Barbie. En efecto, cuando Ken pregunta que si se puede quedar en casa con Barbie al inicio del filme, ella le responde: “¿Para hacer qué?” Y él confiesa, “La verdad no tengo idea”. Lo que revela este intercambio es que pareciera que lo que Ken busca es la validación y aprobación de Barbie, como si ella fuera su madre y creadora divina. Dice la narradora del filme: “Barbie tiene un gran día, todos los días”, pero “Ken sólo tiene un buen día si Barbie le dirige una mirada”. Así, lejos de ser una relación de mutua atracción sexual, Ken y Barbie parecieran funcionar como madre e hijo, todo lo cual adquiere un relevante contexto social considerando el comentario del filme sobre el patriarcado.


En síntesis, Barbie es una excelente película y una maravillosa pieza de trabajo visual, con un comentario social muy relevante, aunque autolimitado por la protección de la marca corporativa. Además, si bien el objetivo de Ruth Handler era diseñar a Barbie para enseñarle a las niñas que podían ser cualquier otra cosa que solamente madres, la maternidad es un tema de gran preocupación y atención en este filme. En efecto, la prueba de la humanidad de Barbie viene al final de la película, cuando se revela que ella ahora tiene un útero. De este modo, Barbie es un filme que vincula creatividad con maternidad, pero más específicamente, que discute – muy convincentemente – sobre qué significa ser una mujer criando a un niño en este profundamente fallido mundo real.