Un Mundo Extraño (título en inglés: Strange World) es un regreso a un capítulo muchas veces olvidado de la historia de Disney. 

¿De qué trata?

El filme está escrito como un tributo a los cómics, revistas de ciencia ficción e historias cortas de aventura de la primera mitad del siglo XX. Piensen en Amazing Stories Astounding Science Fiction, o también en la inspiración detrás de las películas de Indiana Jones de los ochenta. Un Mundo Extraño no esconde este trasfondo, pues en la película se revela que parte de los eventos allí narrados fueron convertidos en una antología de tiras cómicas. 

La trama de Un Mundo Extraño se centra en tres generaciones de la familia Clade. Jaeger Clade es un experimentado y fuerte explorador. Su hijo, Searcher es un granjero e inventor y el hijo de éste, Ethan, todavía no ha decidido qué quiere de su vida. Los Clade viven en Avalonia, un pueblo totalmente aislado del mundo exterior por una cordillera impasable. 

Jaeger ha dedicado su vida a descubrir que hay detrás de esos picos helados. En una de sus expediciones, Searcher encuentra una planta extraña que genera muchísimo poder. Él considera que debe llevarse la planta – la cual llama “pando” – de vuelta a Avalonia con la intención de utilizarla como una fuente de energía. No obstante, Jaeger insiste en que la expedición debe continuar. Padre e hijo pelean y deciden separarse, Searcher regresa con la planta a la ciudad, la convierte en una exitosa fuente de energía y se asienta en una granja para iniciar una familia, mientras que Jaeger sigue la travesía hasta desaparecer en las montañas. 

Todo esto cambia dos décadas después, cuando la última cosecha de pando empieza a fallar. Searcher es enlistado en una aventura peligrosa para identificar la raíz del problema. A bordo del Ventura – una aeronave retrofuturista – Searcher viaja a las profunidades de Avalonia en compañía de Ethan y su esposa, Meridian. Allí, él enfrenta un mundo extraño poblado de una variedad de extrañas y exóticas creaturas que amenazan con transformar su entendimiento del mundo que le rodea. 

¿Reimaginando el pasado de Disney?

Un Mundo Extraño es un quiebre con el modelo de filmes animados de Disney de la última década. No tomando en cuenta el trabajo de otras subsidiarias como Pixar o 20th Century Studios, la producción reciente de Disney se ha centrado en reconceptualizar el machote clásico de la “película de princesas”: Frozen (2013), Moana (2016), Frozen II (2019), Raya y el Último Dragón (2021) Encanto (2022). En ese contexto, Un Mundo Extraño se mantiene al margen de la tendencia al lado de otros filmes como Big Hero 6 (2014) y, en cierto modo, las películas de Wreck-It-Ralph

El filme se parece más a Zootopia (2016), o sea, una película que existe en paralelo con esas reimaginaciones de la narrativa de la “princesa”, pero que en sí misma, continua la tendencia de hacer tributo de otro machote viejo de Disney. Menciono a Zootopia porque esa película se sintió como un esfuerzo de traer las viejas películas de “animales parlantes” de los sesenta y setenta (e.g.: Robin Hood, 1973) al siglo XXI. 

Un Mundo Extraño hace algo similar, pero para otra ola de animación de ese estudio. A ver, cuando uno lee el trabajo hecho sobre la historia de la animación de Disney, muchos hacen referencia al “Renacimiento de Disney” – esta lista más o menos larga de películas crítica y comercialmente exitosas que siguieron a La Sirenita (1989). Exceptuando algunos específicos como El Rey León (1994), El Jorobado de Notre Dame (1996) y Hércules (1997), estas películas estaban constituidas sobre esa marca de “princesa de Disney”. Incluso Aladino (1992) es parte de la tendencia, pues a fin de cuentas Jazmín es considerada como una de las princesas icónicas de la empresa. 

Para finales de los noventa, mucha de esta ola creativa venía a menos. Aunque no hubo un fracaso indiscutible, el costo de las películas crecía, los retornos bajaban y las críticas se amontonaban. Así, en 1999, la compañía implementó medidas para reducir costos y terminó despidiendo a buena parte del personal creativo de esos filmes. 

Esto fomentó apetito por nuevos abordajes dentro de Disney. Así, la compañía empezó a moverse fuera de la iconografía e imágenes del “Renacimiento”. Películas como Las Locuras del Emperador (2000) Lilo y Stitch (2002) fueron intentos fallidos, construidos sobre una actitud irreverente que se burlaba abiertamente de esos clásicos de la década anterior. Sin embargo, al lado de estas nuevas entregas, también se empezaron a promover películas orientadas a retomar esas historias de aventura de inicios del siglo XX. 

La tendencia comenzó con Tarzán (1999), basada en el personaje clásico de Edgar Rice Burroughs, pero luego se volvió mucho más pronunciada con Atlantis: El Imperio Perdido (2001). Esa película explotó el imaginario cultural que influenció Un Mundo Extraño, combinando ciencia ficción con aventuras de antaño, como los filmes clásicos de Disney: Isla del Tesoro (1950) y 20.000 Leguas de Viaje Submarino (1954); una línea que continúa con Un Mundo Extraño, en términos visuales y narrativos, como la idea de un mundo escondido bajo la superficie de lo conocido. Disney no fue el único estudio que andaba contando historias como éstas al inicio del milenio. DreamWorks también experimentaba con aventuras retro como El Camino al Dorado (2000) y Sinbad: Leyenda de los Siete Mares (2003). Eran relatos rebeldes que generaban algún debate sobre si eran películas apropiadas para niños.

Estos filmes eran centrales a las prioridades de la marca. Tarzán fue posicionado para promover la apertura de Animal Kingdom, un nuevo parque de diversiones en Orlando en 1999. Atlantis, por su parte, fue utilizada para movilizar atención pública para una nueva montaña rusa renovada dentro de ese parque en 2001. Sin embargo, estas ambiciones fueron abandonadas luego de que Atlantis abriera con malas críticas y un mal desempeño en la taquilla. Con esto, se canceló una serie de televisión sobre la película que estaba desarrollándose. El año siguiente llevó a la cancelación del proyecto completo luego de que Treasure Planet también recibiera una mala taquilla. 

Este proyecto fue un claro esfuerzo de Disney por extender su mercado fuera del segmento usual. En este caso, la intención era orientar sus filmes no tanto a toda la familia, sino que a los niños en particular. En los 2010, este proyecto fue retomado con el lanzamiento de Disney XD y las modificaciones narrativas hechas a Enredados (2010) luego del desastre que fue La Princesa y la Rana (2009). En efecto, las aventuras de finales de los noventa prefiguraron los esfuerzos posteriores de acercarse a este segmento mediante películas como Tron: Legacy (2010) y John Carter (2012)antes de que la empresa se hartó de desarrollar propiedad intelectual propia y compró Marvel Studios y Star Wars. 

Toda esta historia de estrategias de negocios parecieran estar solidificando una muy incómoda naturalización de roles de género: esta idea de que a la hora de hacer filmes animados debería haber películas para niños y películas para niñas. Es una suposición bastante estúpida, no sólo como filosofía política, sino que como estrategia de negocios, pues si uno lo piensa bien, mucho del éxito de Frozenno fue su popularidad entre las niñas, sino que entre los niños también.

Pero, cuando uno ve Tarzán, Atlantis y Treasure Planet uno realmente sale con la impresión de que estos filmes fueron hechos con base a suposiciones estereotípicas de ejecutivos de estudio sobre cómo son los chicos jóvenes. Notablemente, las tres películas disminuyen la importancia de los elementos musicales de la animación clásica de Disney, apostándole a bandas musicales externas al filme. En el caso de Tarzán aparte de una excepción, el filme utiliza una banda sonora típica con las canciones de Phil Collins y en Treasure Planet la única música utilizada es el sencillo de John Rzeznik de los Goo Goo Dolls

También son filmes con una fuerte dominancia masculina. Hay una subtrama romántica entre los personajes principales de Atlantis, pero el clímax del filme convierte a la contraparte femenina – la Princesa Kidagakash – en un literal objeto, encerrándola en una caja mientras los villanos tratan de robársela. Algo parecido sucede en Treasure Planet con el personaje principal, Jim, embarcándose en su aventura con su amigo, Delbert, mientras la principal personaje – Sarah – se queda en casa esperando su regreso. 

En cierto modo, Un Mundo Extraño  busca romper con estas incómodas estructuras de la misma manera que sus contrapartes de los últimos diez años en la narrativa de las “princesas”. La película no es un musical, pero hace una intervención mucho más profunda con las vidas emocionales de sus personajes que los filmes de finales de los noventa e inicios de los 2000. En efecto, las dinámicas familiares entre las diferentes generaciones de los Clade son mucho más evidentes. 

El filme también entiende que estas películas animadas realmente no tienen que tomar decisiones entre arcos emocionales claramente articulados y una buena aventura. El diseño de Un Mundo Extraño es bastante convincente, tal y como era en Atlantis y Treasure Planet. Pero, en esta película, la familia Clade está mucho más desarrollada que los personajes de esos otros filmes. Los arcos emocionales son más evidentes y la familia es tan central aquí como lo era en Frozen Encanto

El resultado de todo esto es que la película se siente como un tributo a un capítulo frecuentemente ignorado de la filmografía de Disney, una celebración de películas que uno tiende a olvidar previo a la transición a la animación generada en computadora. Sin embargo, Un Mundo Extraño es un avance sobre ese machote según el cual se entiende que la narrativa guiada por la acción no debería excluir una mayor apertura emocional en el filme. Así es como el filme se siente fresco… a pesar de que no lo es realmente. 

8/10