Wakanda Forever es un muy cariñoso tributo a Chadwick Boseman, pero, al mismo tiempo, un enredo de filme, complicado por un exceso de tramas desconectadas y carente de dirección. 

Desempoderamiento y duelo

La escena inicial de Wakanda Forever es muy provocadora. La Princesa Shuri (Letitia Wright) camina de lado a lado de su laboratorio, en pánico. Ella transita frenéticamente entre rezar a su dios Bast por guía y diseñar nuevos químicos sobre la marcha, mientras consulta a su inteligencia artificial sobre el estado de salud de su hermano, el rey T’Challa (Chadwick Boseman). T’Challa ha sido infectado de una enfermedad mortal y está muriendo en tiempo real. Lo más terrible de todo es que no hay nada más que hacer, Shuri no puede salvarlo. 

El director Ryan Coogler filmó esta escena usando una cámara portátil. Sobreexpone a Wright, creando un sentido de claustrofobia y un terror creciente, incluso antes de que Shuri ordene a todos sus asistentes a salir de la habitación. Es una escena frenética y fuera de control. También es bastante inusual para una película de Marvel, definitivamente no es la forma en que esos filmes comienzan. La escena termina cuando la madre de Shuri, la Reina Ramonda (Angela Bassett), llega al laboratorio para anunciar lo que Shuri ya sabe, el rey ha muerto. 

Es una escena chocante precisamente porque así no es como funcionan las películas de superhéroes. Se supone que esas historias son fantasías de poder. Tratan sobre individuos que pueden hacer lo que quieran. En efecto, T’Challa hizo su primera aparición en Captain America: Civil War, una película en que el personaje titular se niega a ser controlado por las leyes humanas; y lo vimos por última vez en Infinity War, la película en que los Vengadores rompen las leyes del tiempo y el espacio para hacerse con la victoria. 

No calza tampoco con la primera película de Black Panther. Ese filme también era algo similar a una fantasía de poder. Wakanda era un país que nunca fue devastado por el colonialismo, ni sujeto al imperialismo europeo o estadounidense. Black Panther imaginaba una esquina jamás tocada de África en que esta gente fue libre para prosperar en sus propios términos. Imagino que eso fue lo que hizo ese filme tan querido, pues permitió a una audiencia, usualmente vista como desempoderada y subalterna, experimentar la fantasía de un mundo idealizado en escena. 

Black Panther también construyó una suerte de excepcionalismo nacional. Wakanda era la nación más avanzada del planeta. Ubicada sobre un montículo de vibranio, tenía total control sobre ese precioso y raro metal. Sobre esa riqueza, es que crece la hierba que da poderes sobrehumanos a sus líderes, es la base de los avances científicos de Shuri y es lo que permite que no falte nada para nadie en ese país.

Parte de lo que es interesante y a la vez retador de Wakanda Forever es que está construida sobre el entendimiento de que hay un límite a este excepcionalismo. Su temática central es la introspección de los héroes de esta nación africana al darse cuenta de que no son tan especiales y únicos como creían antes. Después de todo, la trama de la película se centra en la revelación de un segundo yacimiento de vibranio en otro reino oculto, demostrando que Wakanda no era una singularidad. 

A lo largo del filme, los personajes de Wakanda Forever usan todas sus fuerzas, sólo para descubrir que no es suficiente. Shuri trabaja al límite para curar a su hermano y falla. Okoye (Danai Gurira) promete proteger a la familia real de las amenazas que se ciernen en el filme, sólo para fallar en el momento clave. La Reina Ramonda se presenta como la gobernante del país más poderoso del mundo, pero es impotente para detener la enfermedad de su hijo y las demás tragedias. 

Es muy inusual encontrarse con una historia de superhéroes en que el tema central sea una exploración de la manera en que procesamos el dolor y la angustia por pérdidas que simplemente están fuera de nuestro control… sobre las que no teníamos poder para hacer algo. Creo, en parte, que este tema es un resultado directo del fallecimiento trágico de Chadwick Boseman en 2020 y la forma en que ese evento obligó a cambiar mucho de los planes originales de este filme. Sin duda, Wakanda Forever es un tributo muy respetuoso y cariñoso a ese actor. Pero también, creo que esa ansiedad y falta de poder para cambiar las cosas es una alegoría a la pesadilla vivida en el último par de años, especialmente para aquellas personas desempoderadas que encontraron una fantasía de poder en Black Panther

Cuando Wakanda Forever se concentra en esta cuidadosa exploración, encuentra su mejor cara y hay que darle crédito por esto. 

Otro filme mediocre de Marvel

Lamentablemente, la exploración temática y narrativa antes descrita es sólo una fracción de esta película de más de dos horas y media; y es precisamente cuando se aleja de esto que el filme comienza a tropezar. Narrativamente, lo que tenemos entre manos es un revoltijo de tramas, amarradas por decisiones muy extrañas. No logro comprender por qué este filme decidió buscar inspiración de la pésima Thor: The Dark World para su segundo acto y, menos aún, por qué el tercer acto termina siendo una versión visualmente menos convincente que el desenlace de Aquaman. Además, el ritmo es terrible. La mejor prueba es que la trama principal arranca seriamente hasta luego de la primera hora y media de película. 

Irónicamente y aparte de la sensible ausencia de Boseman, al filme también le hace falta la magnética presencia de Michael B. Jordan. Killmonger fue uno de los mejores villanos de Marvel. En contraste, Namor (Tenoch Huerta), el antagonista principal de Wakanda Forever, es un refrito torpemente realizado de Killmonger. Usando las palabras del filme, estamos hablando de otro “niño sin amor”, que planea “quemar el mundo” producto de su justo enojo. Aunque Huerta intenta darle solidez a su personaje, debe enfrentarse a un guion que innova poco con su personaje y que termina diluyéndolo en un avatar de la actitud de su, narrativamente poco desarrollado, reino marino.

En efecto, el filme se revela que la comunidad acuática de la que viene Namor conoce de primera mano la violencia de la colonización que Wakanda logró evitar. Para mí esto deriva en dos grandes problemas. Primero, el filme hace un trabajo bastante malo a la hora de desarrollar esa premisa. Segundo y más importante, pareciera que ambas películas de Black Panther están más interesadas en explorar la violencia que infligen las víctimas del colonialismo que en confrontar al colonialismo de manera directa. Wakanda Forever es incluso más errática en atender este problema, pues si bien el guion identifica los intereses coloniales de varias potencias globales – como Estados Unidos o Francia – hace muy poco por explorar esa dimensión. 

Otro problema es que el filme se complica innecesariamente forzándonos a seguir las historias de varios personajes que se sienten superfluos y cuyo fin, asumo yo, es establecer los puentes narrativos con las próximas películas de Marvel. El mejor ejemplo es la trama terciaria relacionada con Everett Ross (Martin Freeman) que nunca se vuelve interesante y pareciera servir como base para un par de filmes anunciados para la Fase 5. 

Aunque el diseño de producción es generalmente bueno, otro problema es que la decisión de que grandes porciones de la trama sucedan bajo el agua implica atenuar los vibrantes colores, lo que quita de la visión del filme original. Además, los efectos en computadora no son muy convincentes y ocasionalmente se siente como salidos de Avatar.

En síntesis

Wakanda Forever funciona en los momentos más pequeños y humanos en que sus personajes tratan de lidiar con las complejidades del dolor, la angustia y la desesperanza. Pero el problema es que mucho del resto del filme es ruido que constantemente amenaza con silenciar esos momentos en auspicio de las próximas atracciones de Marvel.  

7/10