ASSASSIN’S CREED es una popular serie de videojuegos, escenificada en diferentes  períodos históricos  y centrada en narrar la larga guerra entre los Templarios, que aspiran a la dominación mundial, y los Asesinos, sus acérrimos enemigos. Con eso dicho, el principal artilugio narrativo de los juegos es que toda la acción está técnicamente escenificada en el presente, dado que los períodos históricos que vemos son realmente visiones producidas por los protagonistas mediante una máquina llamada “Animus”, que permite a su usuario revivir las memorias genéticas de sus antepasados (todos los cuales son, obviamente, asesinos, pues nadie querría jugar el “Credo del Zapatero” o el “Credo del Contador”, ¿correcto?).

El objetivo de este artilugio es que exista una explicación en el juego de por qué es que nos encontramos con cosas usuales del mundo de los videojuegos (e.g.: barreras invisibles, saltos narrativos, “re-spawn”, etc.) a la mitad del Renacimiento italiano (o Las Crusadas, la Nueva Inglaterra colonial, la Francia revolucionaria, el Caribe de los piratas, etc.). Es decir, en la práctica, el Animus es una concesión narrativa que funciona muy bien en el contexto del videojuego, ya que, a diferencia de una película (donde uno es un observador pasivo), realmente no importa si lo que estamos viendo es una “simulación” de algo que ya pasó (y que, consecuentemente carece de cualquier tipo de tensión dramática), porque, al final de cuentas, todavía ocupamos jugar el juego.

Con eso dicho, hacer lo mismo en una película no me parece que sea una alternativa igual de viable. Por un lado, tenemos a la trama principal del filme diciéndonos que todo lo que hagan los Asesinos del pasado no importa, pues se trata de una recreación visual; pero, por otro, hay que aceptar que dichos Asesinos constituyen la razón fundamental por la cual uno se compra el juego (o va a ver la película), ya que ellos son los personajes con trasfondos interesantes, y que además terminan haciendo parkour y artes marciales elaboradas. Efectivamente, el gran problema de la película de ASSASSIN’S CREED es que termina relegando a los Asesinos de antaño a un rol secundario, mientras se enfoca en los acontecimientos actuales; cosa que cualquier gamer les dirá que es la parte más tediosa de estos juegos.

La baja calidad del filme no es sorpresiva. Desde hace más de un año sabíamos que ASSASSIN’S CREED iba a ser una porquería de película, pues, de lo contrario: ¿por qué es que Fox hubiese decidido agarrar un producto tan caro (y con nombres tan famosos) y sacrificarlo ante ROGUE ONE y los demás “blockbusters” familiares de fin y principio de año? Pero, lo que sí es sorpresivo es cuán vacuo resulta ser el filme. La acción es apenas pasable y la trama carece tanto de significado o atractivo dramático que no hay un solo momento memorable o remotamente interesante en sus dos horas de proyección.

Lo único notable del filme es que la fotografía es feísima – casi como si los cineastas hubiesen decidido pasar todas las escenas por el peor filtro de Instagram que encontraron. Las escenas del “laboratorio” están bañadas de un brillo azul grisáceo que evoca uno de esos pretenciosos anuncios de colonia; mientras que los flashbacks con los Asesinos son presentados en tonos de café y con una constante neblina de humo que trabaja laboriosamente por obscurecer los pésimos gráficos hechos en computadora. La escena final – centrada en los Templarios modernos – se ve como salida de aquella tontería Iluminati de SPECTRE, nada más que presentada de forma aún más aburrida.

Narrativamente, el filme decide no seguir a los protagonistas de los juegos previos – presumo porque eso pudo haber sido más interesante. En su lugar, tenemos a Michael Fassbender haciendo de un prisionero condenado a morir, que luego resulta secuestrado por los Templarios por ser el último descendiente vivo de un Asesino de la era de la inquisición Española, quien, a su vez, fue el último poseedor del MacGuffin mágico que impulsa al filme. Los malos andan detrás de dicho artefacto también, encabezados por Jeremy Irons como el director de Abstergo y Marion Cotillard como la científica a cargo del Animus. Además, Michael Williams, Brendan Gleeson y Charlotte Rampling también están en el filme por algún extraño motivo.

Creo que el estudio reconoció que tenía un desastre entre manos, pues el filme presenta todas las señales de un proyecto cuya edición fue un picadillo, guiado por la vana esperanza de que el ritmo fuese lo suficientemente rápido como para convertirse en una mediocre alternativa para los fanáticos del cine de acción. Quizás por eso es que nos encontramos con una docena de personajes carentes de nombres o motivaciones en ambos períodos históricos, más allá de una débil distinción entre quiénes son los Asesinos y quiénes los Templarios. En las escenas de la Inquisición, la asesina interpretada por Ariane Labed quizás sea el personaje con más presencia visual y dramática del elenco (así como la que tiene las mejores escenas de acción), pero, incluso así, yo no podría decirles con total certeza cuál es su nombre o su conexión dramática con el héroe.

Lo más triste es que el filme pudo haber sido moderadamente disfrutable. Cierto, la trama es un sándwich de tonteras, pero tiene los mismos componentes narrativos de las películas del CÓDIGO DA VINCI, y esas cosas al menos ayudan a pasar el rato, provisto que uno apague el cerebro de antemano. Es decir, los cineastas bien pudieron agarrar todo ese parkour ninja, echarle una pizca generosa de NATIONAL TREASURE y ¡listo!; el filme pudo haber sido exitoso, al menos en lo que a diversión sinsentido respecta. Pero no, ASSASSIN’S CREED es una película que quiere que la agarren en serio, y por eso no logra capitalizar en el humor inherente de su ridícula premisa. Asimismo, su elenco pareciera que llegó únicamente a cobrar el cheque, y por ende, todos escupen monótona exposición de arriba abajo y sin un ápice de vida. La única excepción quizás sea Fassbender, quien se tira de picada en la tontera de guion como si se creyera capaz de transformarse en Daniel Day Lewis en el proceso.

13243748_904709262985575_2248473480099300768_oQuisiera poder reunir el enojo necesario para reventarme este filme, pero no vale la pena. ASSASSIN’S CREED es una película olvidable, vacía e inconsecuente. Un último miserable regalo del miserable año que recién terminó. No pierdan su tiempo viéndola.

2/10 – FATAL

DIRECTOR: Justin Kurzel. GUION: Michael Lesslie, Adam Cooper y Bill Collage (basado en “Assassin’s Creed” de Ubisoft). FOTOGRAFÍA: Adam Arkapaw. EDICIÓN: Christopher Tellefsen. ELENCO: Michael Fassbender, Marion Cotillard, Jeremy Irons, Brendan Gleeson, Charlotte Rampling y Michael K. Williams. DISTRIBUCIÓN: 20th Century Fox. DURACIÓN: 116 minutos.