(ATENCIÓN: Esta crítica contiene REVELACIONES MASIVAS de la trama de THE NEON DEMON. Sugiero enfáticamente leerla después de haber visto la película y no antes. Quedan avisados, ¿OK?)

Hay ocasiones en que la mejor forma de poner a la audiencia en la sintonía adecuada para ver una película es haciendo referencia a otras películas. Steven Spielberg hizo esto cuando subvirtió casi tres décadas de relatos sobre invasiones extraterrestres, usando tonos narrativos sacados de LASSIE, para presentar un nuevo tipo de historia con E.T. Un par de décadas después, Jan de Bont hizo lo mismo con TWISTER, presentando a los tornados no como fenómenos naturales, sino que a manera de leviatanes propios de una película de GODZILLA. Esto con el fin de hacerlos ver más emocionantes, pero también introducirlos como personajes dramáticos del filme.

Por supuesto, nada de esto es realmente nuevo. Las películas han introducido referencias sobre películas previas desde el momento mismo en que hubo más de una película en el mundo. Pero, lo que sí es relativamente novedoso es que, con el advenimiento de la televisión y la democratización del acceso a la producción fílmica, se ha creado una consciencia popular entre la audiencia sobre los puntos de referencia que definen a los diferentes géneros fílmicos. Esto, a su vez, ha facultado algo inexistente de previo, la capacidad del cineasta de manipular al público a partir de las expectativas que han desarrollado tras años de años de ver películas del mismo género fílmico. En efecto, con un uso cuidadoso de señales visuales (ángulos de filmación, fotografía y estilos musicales) y “lugares comunes” (clichés narrativos, tonos y temáticas internas), un cineasta está hoy en capacidad de producir artificialmente expectativas que luego puede subvertir a placer.

Este arte de subvertir mediante la expectativa encuentra sus mejores ejecutantes en cineastas que circulan en el llamado “cine arte”, precisamente porque cuentan con mayor libertad creativa para comunicar estas yuxtaposiciones mediante temáticas, narrativas y técnicas visuales que el público podría considerar como controversiales. En particular, el director Nicholas Winding Refn conoce tan bien estas prácticas que ha llegado a internalizar un concepto que va más allá: la idea de subvertir la subversión. De hecho, él viene ejecutando esta técnica desde hace rato, a través de la producción de filmes de “cine B” (e.g.: DRIVE, ONLY GOD FORGIVES, BRONSON, VALHALLA RISING, etc.), estéticamente presentados como “cine arte” y en los que las expectativas de cada género son subvertidas de forma simultánea. Este es el caso de THE NEON DEMON, que se ve como una obra pensativa que se apropia de aspectos conocidos del “cine arte” para hacer un comentario sobre la belleza física y el mundo del modelaje, pero que a la vez no requiere ser leída como “cine arte”, dado que en el fondo el filme también puede interpretarse de manera textual como una sencilla película de terror, puntualmente, un filme de vampiros.

El núcleo narrativo de la película lo compone la bien conocida moraleja de la mujer joven que busca ingresar al desalmado mundo del espectáculo (piensen en NACE UNA ESTRELLA o SHOWGIRLS, que, de paso, es una comparación que creo que Refn aceptaría sin mucha resistencia). Elle Fanning es Jessie, una adolescente ingenua que llega a Los Ángeles para convertirse en modelo. Dotada de una belleza que se ajusta perfectamente a la idea de belleza que está a la moda en el negocio, todo el mundo queda inmediatamente obsesionado con ella. Su maquillista, Ruby (Jena Malone) se enamora a primera vista. La jefa de su agencia de modelaje (Christina Hendricks) la proclama como la siguiente superestrella. Un diseñador famoso (Alessandro Nivola) llora de la emoción o tiene un orgasmo (¿o ambos?) después de verla en una prueba. Y, un par de modelos que siguen a Ruby para todas partes – Gigi (Bella Heathcote), una modelo adicta a la cirugía plástica; y Sarah (Abbey Lee), quien está consciente de que su apariencia física constituye un ideal de belleza que ha expirado en el mercado del modelaje – la observan con una envidia voraz.

Como dije, es una historia bien conocida, y THE NEON DEMON lo sabe muy bien. El hecho de que el filme viene con un primer acto saturado de imágenes y cinematografía propias de una película de vampiros, no se siente inesperado. Si reconocemos la obsesión del negocio del modelaje con la eterna juventud, y su modus vivendi definido por un interminable consumo (tanto ideativo como material) de la belleza y la pureza juvenil; ¿acaso no constituye el vampirismo el género de terror más adecuado para abordar el tema desde una perspectiva crítica?

Pues sí, definitivamente es el enganche más adecuado, y la estética del filme refuerza esto, incluyendo infinidad de aspectos comunes de dicho género fílmico, como el hecho de que las escenas de noche se ven más cómodas que las filmadas de día, o una banda sonora compuesta con un sintetizador propio de los ochenta. Todo esto funge como un estofado audiovisual que toma un poquito de un montón de películas populares de vampiros que van desde THE HUNGER de Tony Scott hasta BRAM STOKER’S DRACULA de Francis Ford Coppola, pasando por la obra de Jesús Franco. Incluso hay una escena en un club nocturno súper gótico que pudo haber salido de BLADE.

Lo mismo pasa narrativamente. No es en balde que el trabajo diurno de Ruby sea maquillar cadáveres, o que ella viva en una mansión, en apariencia abandonada y decorada a la antigua, con montones de animales embalsamados; o bien que ella no pueda ofrecer una sola respuesta de cómo es que terminó viviendo en ese lugar. O piensen en el hecho de que la aparición de Jessie en una pasarela prestigiosa termine con ella teniendo visiones de ser “tomada” por gemelas siniestras con las que se besa, a medida que el color predominante en las escenas pasa de una combinación de azules y rosados (simbolizando inocencia y atracción sexual) a un rojo vivo (que asemeja sangre y violencia). En efecto, para el momento en que Jessie se corta accidentalmente la mano y Sarah trata de beber su sangre, cualquiera puede ser excusado por pensar que Refn tiró cualquier vestigio de sutileza metafórica por la ventana…

… eso es, hasta que llegamos al impactante tercer acto y sucede lo siguiente. Jessie es obligada a huir a la tenebrosa mansión de Ruby, tras una pesadilla profética de una inminente violación en el motel. Una vez rechazados sus avances, Ruby tiene sexo explícito con el cadáver de una mujer, mientras imagina que éste es Jessie. Ruby, Gigi y Sarah atacan a Jessie, la asesinan y luego se bañan en su sangre; todo lo cual es seguido por una escena en que Ruby – aun en la tina repleta de sangre – observa cómo Gigi y Sarah se comen los vestigios de sangre una de la otra. Todo para concluir con Ruby tomándose una siesta en una tumba abierta, mientras que Gigi y Sarah – habiendo sido aparentemente rejuvenecidas por “la cena”– comienzan a hipnotizar nuevamente a los fotógrafos… al menos hasta que Gigi, carcomida por la culpa, vomita el ojo de Jessie y luego comete “seppuku” con unas tijeras en el baño. (…ajá, Refn está jodido de la cabeza….)

En lo que giros inesperados, impactantes y desagradables trata, arrancar el filme como una versión barata de THE BLACK SWAN para finalizar como un episodio de HANNIBAL es  un cambio de marchas que dejaría a cualquier carro sin transmisión. Pero aquí, es la manera más efectiva en que este filme se convierte en una trampa psicológica diseñada para tanto veteranos cinéfilos como espectadores casuales. Y si bien uno puede cuestionar el funcionamiento de la trampa, lo innegable es que la destreza de la realización es sorprendente, y no sólo en los detalles, sino que en la forma en que toda la obra funciona. Una cosa es sorprender a la audiencia con un filme que vira radicalmente hasta convertirse en un festín para el amante del “gore”, pero otra es construir un aparato narrativo en el que ese final no sólo tiene sentido dentro de la lógica del filme como alegoría del mundo de la moda (o subtexto), sino que también como trama de terror (o texto).

Por un lado, visto desde la perspectiva metafórica, el último acto concreta una idea muy clara, ésta es una comedia negra que condena el negocio del modelaje haciendo un paralelismo entre la historia de esta nueva modelo y la narrativa familiar de una película de vampiros. Y que llega a su clímax con la idea de que el negocio de la belleza está tan sediento de la inocencia de Jessie, que la única forma de saciarse es comiéndose literalmente la carne de sus huesos.

Por otro lado, si uno quisiera evitar interpretaciones del subtexto y lee el relato desde la trama (i.e.: Ruby es realmente una vampiresa), el filme funciona igual de bien. Desde el principio hay algo que no calza bien con Ruby, Sarah y Gigi. ¿Dos supermodelos en relación de servidumbre con su maquillista? Diganme si eso no suena extraño… Además, la casa de Ruby se ve más como una tumba que como un lugar habitable. Su habilidad de aparecerse donde sea que esté Jessie es sospechosa también… Por eso es que uno llega a preguntarse si las manos que tratan de romper pared del motel en el segundo acto son las garras de Rubi; o si fue ella la que provocó que el puma invadiera la habitación de Jessie; o si será ella el puma mismo. Y ni qué decir de la primera conversación entre las cuatro mujeres que concluye poco después de que Ruby le pregunta a Jessie, si ella se siente más como sexo o comida.

Intencionalidad del autor aparte, el juego de subversiones presente en THE NEON DEMON faculta a la audiencia escoger su propia interpretación del relato. ¿Es este filme una metáfora sobre el desalmado mundo del modelaje o es una película de horror comunicada mediante un uso impecable de elementos visuales? ¿Tenemos aquí una alegoría a la manera en que el negocio de la belleza literalmente consume personas a su paso o es simplemente el impactante relato de una muchacha que llama la atención de una vampiresa, quien, una vez despachada decide comérsela? Creo que la decisión del director de dejar el filme abierto a interpretaciones faculta ambas lecturas, y por eso creo resultará de agrado para tanto el público que busca cine experimental, como aquel que sólo quiere una buena película de terror.

13415461_1116144808408682_136432642408806104_oPor supuesto, dependerá de la audiencia definir si la meticulosa absurdidad del filme termina haciendo de esta presentación carnavalesca un buen filme o no, en especial si se considera que algunos elementos de dicha presentación incluyen algunas de las escenas más desagradables e impactantes que he visto en un buen rato. Pero, en lo que se refiere a la capacidad de subvertir y mezclar temáticas y lugares conocidos entre géneros fílmicos, THE NEON DEMON es una obra maestra…

8/10 – BUENA

DIRECTOR: Nicolas Winding Refn. GUION: Mary Laws, Nicolas Winding Refn y Polly Stenham. FOTOGRAFÍA: Natasha Braier. EDICION: Matthew Newman. ACTUACION: Elle Fanning, Karl Glusman, Jena malone, Bella Heathcote, Abbey Lee, Christina Hendricks y Keanu Reeves. DISTRIBUCIÓN: Amazon Studios, Broad Green Pictures, Scanbox Entertainment y The Jokers. PAIS: Francia, Dinamarca y Estados Unidos. DURACIÓN: 117 minutos.