A pesar de ser una faceta permanente del panorama fílmico de Hollywood desde hace treinta años, las películas basadas en videojuegos continúan siendo indiscutiblemente malas. Consideren que, de unas 40 películas de este género realizadas desde 1993, sólo una ha recibido una calificación superior a 50 (de 100) en Metacritic.
Muchos han dicho que la razón de esta indeseable tendencia es que en todas y cada una de esas películas, el equipo creativo desdeñó el material de base, lo que se tradujo en un esfuerzo a medias para adaptarlo a la pantalla grande.
Si esto es cierto, entonces WARCRAFT es una cinta innovadora. No porque sea buena – pues la verdad es que es todo lo contrario – sino porque a diferencia de sus predecesoras, esta cinta es mala precisamente porque venera su material de base con sobrada exageración.
Para quienes no conocen, WARCRAFT es una vieja serie de videojuegos de estrategia militar en tiempo real (RTS) que narran la historia de varias guerras entre los humanos, liderados por el reino de Azeroth, y los orcos, encabezados por una confederación de clanes guerreros. Puntualmente, la historia de los juegos se centra en las peripecias de múltiples personajes con nombres a la vez ridículos e impresionantes – como Orgrim Doomhammer, o Magni Bronzebeard – y sus interacciones con personas de otras diferentes razas tales como enanos, elfos, grifos, magos, etc.
En otras palabras, WARCRAFT era como un juego de estrategia militar basado en EL SEÑOR DE LOS ANILLOS, con la única diferencia siendo que aquí los orcos no son personajes indiscutiblemente malvados, sino que contaban con diferentes grados de ambigüedad moral. Y como cualquier otro juego de fantasía creado en el mundo post-GYGAX, los juegos de WARCRAFT siempre contaron con un universo narrativo excepcionalmente detallado y el cual siguió siendo expandido una vez que Blizzard (la empresa que los publica) decidió – con gran éxito comercial – convertir la franquicia en un popular RPG masivo en línea con WORLD OF WARCRAFT (WOW).
La idea de hacer una película sobre esta franquicia se había contemplado desde 2006, probablemente reforzada por la creciente popularidad de WOW que, en su momento, alcanzó a tener más de 12 millones de suscriptores. Lamentablemente, el proyecto se vio complicado por numerosos problemas durante los últimos diez años, incluyendo cambios en la dirección, el elenco y la modificación casi completa del guión original. Y así, tenemos lo que hoy se proyecta en las salas de cine locales.
Si quisiera resumir los problemas de WARCRAFT en una oración, diría que es una cinta que comete todos los errores propios de una producción hecha por fanáticos (o lo que se conoce como un “fan film”). Lo que tenemos aquí son creadores tan enamorados con el universo narrativo y mitológico que subyace a los videojuegos, que apostaron por concentrarse en recrear eso a costas de construir una historia maleable y atractiva para la gran pantalla. En particular, WARCRAFT se siente como una adaptación fílmica hecha por el Papá de THE LEGO MOVIE (2013), es decir, por alguien que adora tanto el mundo imaginario de los juegos y que quiere recrearlo con tal grado de perfección que todos los aspectos esenciales de la historia terminan viéndose rígidos y estáticos, al punto de que es imposible divertirse con ellos.
De esta manera, sin una exploración más profunda de los personajes, éstos terminan viéndose como los arquetipos que eran en los juegos, y que, a su vez, los transforman en camisas de fuerza para los actores; el mundo y su historia son tan delicadamente recreados que se vuelven inflexibles a modificaciones narrativas lógicas (incluida una exposición eficiente de los personajes más importantes); y el diálogo termina siendo tan estático y ajustado al juego, que pareciera haber sido escrito en piedra. Uno sale del cine con la impresión de que, si las demás películas de videojuegos han sido malas porque verlas era como ver a alguien más jugando un videojuego, WARCRAFT es mala porque se siente como ver a alguien más leyendo el manual de instrucciones.
Uno de los principales errores del filme es que apuesta de relatar – con excesivo detalle – la historia del primer juego de 1994, i.e.: el que tenía una trama apenas instrumental para ofrecer un contexto mínimo para las partidas individuales. Así las cosas, WARCRAFT termina viéndose como una película de dos horas que relata lo que LA COMUNIDAD DEL ANILLO (2001) narró a modo de viñetas en los primeros cinco minutos, o lo que la GUERRA DE LAS GALAXIAS sabiamente consigna al texto inclinado del principio. El mejor ejemplo de esto es que, una vez concluida la larguísima introducción de los reinos, razas, sectas y facciones, la historia de WARCRAFT se nos presenta de una forma tan absurdamente simplista, que un resumen básico consistiría en decir que “la magia verde es mala”.
Y sí, yo sé que esta conclusión adquiere relevancia respecto a la invasión de la Legión en Llamas en el tercer juego, pero aquí es un hecho que es totalmente vacuo, dada la ausencia de personajes interesantes desde los cuáles experimentar el relato. En ausencia de una conexión humana con éstos, WARCRAFT termina convirtiéndose en pura exposición de cabo a rabo, sin que la cinta ofrezca una maldita razón de por qué estos sucesos deberían importarnos en lo más mínimo.
Todo lo anterior se ve empeorado por el hecho de que toda la tensión narrativa de la trama descansa en la premisa de que tanto los orcos, como los humanos, son tremendamente estúpidos. Digo, con todo el esfuerzo que la cinta hace por enseñar que estos personajes son tipos inteligentes que buscan lo mejor para sus familias y comunidades, resulta difícil creer que serían tan idiotas como para no darse cuenta que los malos de la película podrían ser el repulsivo hechicero orco que está construyendo una máquina que funciona con las almas de gente muerta o el repulsivo hechicero humano que actúa en toda escena como si tuviera un negocio oscuro entre manos.
Yendo personaje por personaje, no hay mucho que rescatar. De todos, quizás el único que recibe una pizca de desarrollo es Durotan (Toby Kebbel), en tanto es el único que cuenta con una historia con la que la cinta es sólo moderadamente capaz de desarrollar empatía. Lamentablemente, la mayor atención se centra en los personajes de Travis Fimmel y Dominic Cooper, quienes interpretan a los aburridos líderes humanos. Todo lo anterior mientras Paula Patton trata de no verse y sonar estúpida con unos colmillos invertidos haciendo de Garona – una mujer mitad orco, mitad humana, quien temáticamente debería ser el personaje principal de la cinta, pero que no termina siéndolo por algún motivo.
El punto es que ninguno de estos personajes resultan ser interesantes en lo más mínimo, principalmente porque la cinta los transforma en vehículos para movilizar la excesiva, tediosa y robótica exposición del relato. De hecho, hay un punto en que dos personajes parecieran haber desarrollado una atracción romántica tan carente de fundamento en el guión, que uno logra sentir al resto de la audiencia regresando a la vida tras la soporífera primera hora y media para preguntarse: “Suave, suave… ¡¿de dónde putas salió esto?!” Todo lo cual “adiciona” a un caótico clímax, repleto de muerte, traiciones, emociones, tragedias, sacrificios, que debería sentirse importante y significativo, pero que no lo es dado que uno ni se acuerda quiénes son estas personas.
¿Saben qué es lo peor? Que yo desearía que esta película no fuera el colosal desastre que es, no sólo porque yo crecí jugando estos juegos, sino también porque Duncan Jones – director de MOON y SOURCE CODE – es alguien muy talentoso a quien quisiera ver dirigiendo más películas en el futuro. Pero, no queda de otra, hay que ser totalmente claro: WARCRAFT es una película que prometía cambiar la indeseable tendencia de las cintas de videojuegos, al tiempo que ofrecía la novedosa idea de un “blockbuster” inteligente, profundo y significativo. Desafortunadamente, lo único que logra es enseñarnos un nuevo tipo de malas películas de videojuegos, y que en lugar de hacerse preguntas profundas e importantes, sólo nos ofrece dos: ¡¿qué diablos acabo de ver y cómo carajos es que pasó?!
5/10 – MEDIOCRE
Ni modo, habrá que ver si ASSASSINS CREED salvará la tanta para este desastre de género… aunque viendo los traílers, no tengo mucha esperanza de ello.
DIRECTOR: Duncan Jones. GUION: Charles Leavitt y Duncan Jones. FOTOGRAFIA: Simon Duggan. EDICION: Paul Hirsch. ACTUACION: Travis Fimmel, Paula Patton, Ben Foster, Dominic Cooper y Toby Kebbel. DISTRIBUCION: Universal Pictures. DURACION: 123 minutos.