Ex Machina quizás termine siendo considerada retroactivamente como la mejor película del 2015. Hoy por hoy, la cinta no ha recibido mucha atención, quizás como resultado de ser estrenada en una fecha muy cercana al otro excelente filme de ciencia ficción feminista del año, Mad Max: Fury Road. Pero, si hay algo de lo que estoy seguro es que, como The Thing, Dark City y Gattaca antes suyo, Ex Machina se convertirá en otro clásico de la ciencia ficción que pasó desapercibido en el cine.
Y es que esta película tiene lo que todo fanático de la ciencia ficción busca: un interesante y tenso relato desarrollado en un escenario a la vez enervante y cautivador, y con el que el hilvana un comentario profundo sobre un posible futuro de nuestra especie, pero que sirve mejor como una alegoría de los problemas de nuestro presente y pasado. Súmenle a eso que Ex Machina cuenta con uno de esos finales provocadores, cuya interpretación termina diciendo más sobre la audiencia que sobre la misma película, y lo que tienen es un boleto de cine que les resultará barato por lo ofrecido a cambio.
Estamos en el futuro cercano, nuestro protagonista – un joven programador de computadoras llamado Caleb Smith (Domhall Gleeson) – es seleccionado para asistir en un experimento poco ortodoxo. Para ello debe viajar lejos de su oficina a la remota mansión del recluso gerente de la empresa – Nathan Bateman (Oscar Isaac). No obstante, cuando nuestro ávido empleado finalmente conoce a su jefe, Caleb descubre que, en su aislamiento, Nathan se ha convertido en un individuo trastornado y obsesivo que rara vez es visto sin una bebida alcohólica en las manos. A pesar de ello, una vez que Nathan revela el propósito de la invitación, Caleb se deshace de su incomodidad inicial a favor de un trabajo que podría cambiar el panorama científico actual. Porque, verán, Nathan ha venido trabajando secretamente en una inteligencia artificial (IA) avanzada – la cual ha bautizado con el nombre de Ava (Alicia Vikander) – y ha traido a Caleb como consultor, con la esperanza de que administre una Prueba de Turing destinada a determinar si la personalidad y autoconciencia de esta IA es similar a la de un ser humano.
En lo que de planteamientos trata, Ex Machina pareciera contar con una premisa bastante pedestre. El tema de la inteligencia artificial y la singularidad tecnológica ya ha sido abordado por numerosas obras literarias y fílmicas en el pasado. De hecho, resulta muy difícil no notar las similitudes entre las sesiones entre Ava y Caleb con la prueba Voight-Kampff de Blade Runner. Pero, eso es precisamente lo que yo encontré interesante en Ex Machina: su capacidad de tomar viejos y trillados conceptos de la ciencia ficción con nuevos resultados y efectos. En este caso, el objetivo es usar la bien conocida historia sobre la primera inteligencia artificial para construir una extraordinaria parábola feminista sobre el patriarcado y las injusticias sistémicas contra las mujeres.
La gran mayoría de las historias sobre robótica e IA – desde las historias de Isaac Asimov y Phillip Dick hasta el personaje de Data en Viaje a las Estrellas – siempre parten de un relato en el que un nuevo individuo (la IA en cuestión) debe probarle al mundo que es una persona con sus propias metas y derecho de alcanzarlas, a pesar de haber sido concebido ideativamente por alguien más con propósitos ajenos a su existencia. La naturalidad con la que un planteamiento de esta naturaleza puede usarse como metáfora de las luchas del feminismo liberal de presente y pasado es innegable. Desde la discusión sobre los derechos reproductivos y las reacciones sociales sobre el uso de anticonceptivos hasta la retrógrada discusión sobre cómo deberían vestirse y actuar las mujeres en sociedad, todo puede interpretarse desde este lente, ¿no creen?
Consideren esto (y spoilers inminentes, de paso): ¿por qué creen que Nathan creó a Ava como una mujer? ¿Cuál creen ustedes que podría ser la finalidad técnica de hacer una diferenciación biológica de este tipo para una forma de vida que no requiere de relaciones sexuales para reproducirse?
La respuesta es sencilla, no hay una finalidad técnica… el objetivo es político, entendible en el marco de la dinámica de poder entre nuestros tres protagonistas y los discursos e instituciones sociales que ellos (en especial, los hombres) traen a la situación. De hecho, la misma cinta argumenta que Ava fue creada por Nathan para que Caleb se enamorara de ella, al punto de que su rostro fue diseñado con base en los gustos pornográficos de éste. La cinta hace énfasis en el alegato de Nathan de haber programado la sexualidad de Ava. Si esto no funciona como una metáfora efectiva de cómo la sociedad construye a la mujer como un objeto sexual, no entiendo que podrá hacerlo mejor. Y el mensaje no podría ser más claro: la manifestación más pura y simple del patriarcado es precisamente esta forma de control y manipulación profunda de tanto cuerpo como mente, que resulta tan insidiosa que preexiste a toda mujer, incluso antes de dar su primer respiro en este mundo. En la mente de la sociedad en que vivimos, Ex Machina critica, las mujeres ya han sido prediseñadas y programadas (discursivamente) con algún propósito.
Y ojo, debe destacarse que ésta es sólo una de las conclusiones que este filme hace, porque al menos yo podría escribir varias páginas de lo que Ex Machina termina diciendo sobre conflictos raciales, los riesgos morales del desarrollo científico, el rol actual de la tecnología en nuestra sociedad y su relación con nuestra privacidad personal.
Con eso dicho, no toda la metáfora sobre inteligencia artificial = mujeres es efectiva, y en ocasiones, puede resultar hasta incómoda. Por un lado está la implicación de que las mujeres fueron creadas por los hombres y que se relaciona con las desafortunadas similitudes del nombre de nuestra protagonista y el de otra famosa mujer en el relato bíblico de la creación. Aunque, para ser justo con la cinta, uno podría argumentar que Ava es el nombre que Nathan le asignó a esta inteligencia artificial, cosa que haría que cualquier vínculo metafórico con la Biblia y su perspectiva sobre las mujeres podría comunicar estructuras y discursos sociales mediados por el mismo Nathan, reforzando el argumento sobre el patriarcado que se quiere hacer. Esto no resuelve la parte sobre la creación literal de Ava, en principio, como una máquina y las implicaciones que se deducen de ello, pero bueno…
Por otro lado, y creo que más grave para el relato, tenemos la subtrama alrededor del personaje de Kyoko (Sonoya Mizuno). Está claro que esta es una excelente alegoría sobre los estereotipos que “duplican” la opresión sexual a la que están expuestas las mujeres provenientes de minorías raciales en sociedades occidentales. De hecho, el mismo hecho de que Nathan creara a Kyoko como una mujer asiática para luego transformarla en una silenciosa esclava sexual tipo Geisha, dice muchísimo sobre las actitudes occidentales hacia la cultura y sociedades del Medio y Lejano Oriente que terminan justificando diversas formas de imperialismo occidental. Pero, a la vez, la manera en que esta subtramas concluye termina sugiriendo un mensaje no muy halagador sobre las expectativas de liberación de las mujeres no blancas del patriarcado con respecto a sus contrapartes caucásicas. ¿O podría ponderarse esto como una crítica con tonos post-coloniales al abordaje exclusivamente occidental del mainstream feminista? La verdad es que no sé, pero mi punto está claro: incluso las debilidades narrativas y temáticas de Ex Machina son tierra fértil para interesantes discusiones de fondo.
Pasando a otras facetas, las actuaciones son fantásticas. Vikander asume su rol de forma estoica pero logrando comunicar sutilmente la vulnerabilidad y curiosidad de su personaje. Logra hacer bien un trabajo muy difícil: interpretar a una inteligencia artificial que se comporta de una forma casi indistinguible a un ser humano. De hecho, el balance logrado entre una actuación muy humana y muy robótica, es precisamente lo que termina de vender el debate temático del filme. Por su parte, Isaac (cuya apariencia física me recordó a la de un muy querido colega de la Universidad) enarbola la imagen perfecta del genio trastornado; y Gleeson aborda su rol transando protagonismo por empatía, que es justo lo que ocupamos del personaje que ofrece el punto de vista de la audiencia.
Con esto dicho, no se puede refutar que el filme no sería lo mismo sin el excelente trabajo visual del equipo de efectos especiales, que, de igual forma que Vikander, terminan llevando a Ava a la vida. Similarmente, no debe desdeñarse el trabajo de fotografía de Rob Hardy que, indudablemente, termina aportando a la claustrofobia y tensión del segundo y tercer acto del relato.
En conclusión, Ex Machina cubre todos los requisitos de un clásico de la ciencia ficción. Lo que tenemos aquí es una cinta repleta de profundas ponderaciones temáticas sobre nuestro presente que conducen a difíciles y retadoras preguntas, pero sin abandonar el objetivo central de entretener a su audiencia. Difícilmente quedo cautivado por un filme de la manera que quedé con éste y estoy seguro de que lo veré un par de veces más en el año. Ex Machina es una de las películas indispensables del 2015, sean ustedes o no amantes de la ciencia ficción. La recomiendo sin reservas.
10/10 – Espléndida
Dirección: Alex Garland. Guión: Alex Garland. Fotografía: Rob Hardy. Edición: Mark Day. Actuación: Domhall Gleeson, Alicia Vikander, Sonoya Mizuno y Oscar Isaac. Distribución: Universal Studios. País: Reino Unido. Duración: 108 minutos.