ADVERTENCIA: Esta crítica revela parte de la trama de Terminator: Genisys, leer bajo su propio riesgo…
Genisys es una película difícil de criticar. No porque sea una mala película (aunque sí es decididamente mala), sino porque no se siente como una película en el sentido estricto del término. Genisys se siente como una sinopsis… un conjunto vagamente concebido de ideas a medias y momentos potencialmente interesantes pero que resultan hilvanados de la forma menos apasionada posible, no para contar una historia, ni para desarrollar una temática, sino que para medir las aguas sobre el futuro comercial de esta franquicia. La cinta entera se siente como una declaración de que: 1) Terminator todavía existe, 2) Skydance es dueña de los derechos de producción y 3) que la intención de esa empresa es seguir haciendo estos filmes hasta que sean incapaces de hacer plata, sin importar si son buenos o no.
Así las cosas, en Genisys no hay un esfuerzo real por atender el gran problema que ha definido esta franquicia desde 2003: que tenemos cinco películas, de las cuales tres son malas pues son copias baratas de las primeras dos.
Puesto de otro modo, es una franquicia que busca conjurar la emoción producida por la combinación brillante de acción y ciencia ficción de The Terminator (1984) y el drama humano y la perspicacia técnica de Judgement Day (1991), pero sin variar la estructura y el universo narrativo de las dos. Eso es la franquicia de Terminator hoy, un producto de dudosa calidad que busca recapturar la nostalgia del público gringo con las cintas de acción de los ochenta, y en particular el segmento de éstas que dependía de actores malos, corpulentos y sobre-masculinizados como protagonistas.
Genisys es la epítome de todo esto. Su gran idea es rehacer la primera película con nuevos actores, pero cambiando gran parte del relato que ya conocemos. La cinta comienza con John Connor (Jason Clarke) enviando a Kyle Reese al pasado, pero en el proceso, una versión corpórea de Skynet (interpretada por Matt Smith) ataca a Connor y termina cambiando el pasado (no me pregunten cómo es esto posible, porque ni la cinta, ni yo lo sabemos). Así las cosas, el apocalipsis ya no toma lugar en 1997 sino que hasta 2017, eliminando todo lo sucedido en Terminator 3 y 4 (¡gracias a Dios!), y dejando a Reese en una nueva versión de 1984. En otras palabras, Genisys no es un simple reinicio de la historia, sino que una crisis total del universo narrativo, diseñada para destruir todas las cosas impopulares de la franquicia y dejarse el resto.
De esta forma, es como si la cinta nos dijera: ¿les gustó a Sarah Connor como una dura heroína de acción y al T-800 (Arnold Schwarzenegger) como una figura paternal, pero no la actuación de Edward Furlong? Pues bien, ahora Sarah (Emilia Clarke) es una dura heroína desde el puro principio y tiene un T-800 que funciona como padre sustituto. ¿Les gustó el T-1000 de Terminator 2? Genial, porque también tenemos uno de esos, y ahora lo hicimos asiático. ¿Consideraron que lo único memorable de Salvation era el T-800 hecho en computadora? Excelente, porque aquí lo usamos para una pelea con el Schwarzenegger real. Y, ¿les gustó la idea de volar a Skynet en mil pedazos? Maravilloso, porque lo volvemos a hacer aquí. En serio, los giros narrativos son tan innecesariamente complicados y abiertamente alcahuetas con los fanáticos que la película debió haber sido titulada Terminator: Fan Service.
Ahora bien, que un relato sea complicado no significa que sea malo. Si lo pensamos bien, el universo cinematográfico de Marvel – la franquicia de acción más popular de hoy en día – consiste de un complicado manojo de historias de superhéroes con diferentes tonos narrativos, pero todas centradas en la búsqueda de un montón de piedritas mágicas con poderes esotéricos y capacidad de afectar diferentes universos de forma simultánea. Puesto de otro modo, una trama complicada puede ser entretenida, siempre y cuando sea complicada con buen motivo.
Eso es lo que no entiende Genisys. Verán, cuando Kyle Reese (interpretado por el nada carismático Jai Courtney) llega a la nueva versión de 1984, resulta que la Madre de los Dragones y Turboman ya han acabado con el malvado exterminador de la primera película, y han utilizado su CPU para construir una máquina del tiempo, y así ir a 1997 para detener el ataque de Skynet. Pero, en vista de que Reese ha pasado a través del punto de quiebre en la línea de tiempo, él sabe que la historia ha cambiado, y que ahora tienen que ir a 2017, porque Skynet provocará el Apocalipsis en ese momento, usando una aplicación parecida al iOS. La cinta no se detiene ahí, dado que decide que el principal antagonista será el enigmático inventor del programa, quien es nada más y nada menos que el John Connor del futuro – ahora convertido en un nuevo tipo de robot exterminador. Y sí, este despiche es la trama real de la cinta.
Yo no entiendo, ¿por qué es que el nuevo exterminador tiene que verse como John Connor? Si el objetivo era jugar con la estabilidad mental de Sarah y Reese no tiene sentido: 1) porque Sarah no puede saber cómo se ve o se comporta su hijo no nacido y 2) porque Reese ya debe estar bien acostumbrado a la noción de que existan robots exterminadores que toman la forma de seres humanos. Así las cosas, este innecesario giro narrativo es incapaz de producir drama efectivo, lo que me obliga a concluir que todo es un esfuerzo orientado a alcahuetear a los fanáticos usando todos los elementos y personajes de la franquicia.
Veamos otro gran problema narrativo: ¿para que carajos es que Khaleesi y el Gobernator hacen una máquina del tiempo para viajar al futuro? En esta franquicia, los viajes en el tiempo funcionan permitiendo que la gente regrese al pasado para cambiar cosas. No existe ninguna necesidad de ir hacia el futuro porque todos los personaje ya están haciendo eso de por sí… por Dios santo, ¡así es cómo funciona el maldito tiempo! Entonces, en lugar de aprovechar una ventaja de dos décadas para armarse hasta los dientes, buscarse más soldados, mejorar su posición táctica y quizás destruir a Skynet cuando su software esté en ‘beta’, los héroes de la humanidad deciden viajar a una semana antes del Día del Juicio Final y jugársela.
Sólo hay una idea interesante en todo este filme: que Sarah Connor ha asumido una posición más belicosa y dispuesta a
cambiar el futuro en sus propios términos, en parte porque su conocimiento tan detallado del futuro le ha robado de la oportunidad de escoger su propio camino de vida, incluyendo si estaría dispuesta a tener un bebé y la decisión de con quién querría tenerlo. No es una mala idea, dado que, en esencia, es un cuestionamiento a la mitología de la dura heroína de las cintas previas, en la que la veneración de lo maternal se había convertido en una herramienta para negar las libertades reproductivas del personaje de Sarah. Pero, a pesar de lo interesante de la idea, Genisys hace todo lo posible para no estudiarla.
Más allá de las ideas de fondo y las intenciones de la cinta, los componentes básicos tampoco funcionan. La pelea de Arnold contra Arnold es bastante buena, pero las demás escenas de acción son aburridas y en nada nuevas comparadas con todo lo que esta franquicia ya ha ofrecido. El personaje de Emilia Clarke es vacuo y carente de la independencia y fortaleza que le dio Linda Hamilton en el pasado y su química con Schwarzenegger y Courtney es inexistente. Courtney es el más génerico de los héroes de acción genéricos, lo que deja a Schwarzenegger y a J.K. Simmons (en un rol pequeño, pero que evitó que me durmiera viendo esta vara) como los únicos puntos altos.
En conclusión, Genisys es parte de la indeseable tendencia del cine gringo de tomar ventaja de la nostalgia de la audiencia por viejos clásicos, para producir nuevas películas que no se sostienen más que como referencias visuales y narrativas de los infinitamente mejores filmes previos (e.g.: Robocop, Star Trek Into Darkness, Prometheus, etc.). Mi sugerencia al lector es que se pregunten: ¿qué les gustaría ver más: una copia barata de Terminator 1 y 2, o las películas originales? Creo que la respuesta es obvia.
Dirección: Alan Taylor. Guión: Laeta Kalogridis y Patrick Lussier. Fotografía: Kramer Morgenthau. Edición: Roger Barton. Actuación: Jai Courtney, Emilia Clarke, Jason Clarke, Arnold Schwarzenegger, J.K. Simmons, Dayo Okenyi, Courtney B. Vance, Matt Smith, Lee Byung-Hun. Producción: Skydance Productions. Distribución: Paramount Pictures. País: Estados Unidos. Duración: 126 minutos.