Moon (2009) es una excelente película, que quizás algunos de ustedes no pudieron ver en el cine, y que recién ha sido estrenada en Netflix este fin de semana. Me gustaría analizarla aquí, pero también quiero que ustedes la vean. El problema es que, si hago un análisis de la cinta voy a tener que arruinarles la sorpresa. Por lo tanto, esta crítica tiene dos partes: en la primera les doy una sinopsis básica sin revelar nada; y en la segunda, atiendo las temáticas de fondo soltando todos los secretos de la trama, ¿está bien? ¡Pura vida!
SINOPSIS. Empecemos con un breve resumen: estamos en el futuro cercano, las necesidades de energía del mundo han sido suplidas con el procesamiento de un material que sólo puede encontrarse en la Luna, y cuyo nombre es Helio-3 (este elemento sí existe, y, en teoría, sería fundamental para la producción de energía por medio de fusión nuclear). Una empresa llamada Lunar Industries ha establecido una base de extracción de este material allí, y la ha puesto a cargo de un único empleado: Sam Bell (Sam Rockwell).
Durante los últimos tres años, Sam ha estado cumpliendo su contrato en total aislamiento. La estación está bien abastecida y hay algunas formas de entretenimiento, pero no hay otro ser humano con quien compartirlas. Él intercambia videos con sus familiares y empleadores ocasionalmente, pero no interactúa directamente con ellos pues el satélite de comunicación está dañado. Por lo demás, su vida es ocuparse de las máquinas que recogen el preciado material – y repararlas cuando sea el caso. No es una vida, o un trabajo que muchos quisiéramos. La cosa es que, un día, mientras chequeaba una de las máquinas fuera de la estación, Sam tiene un accidente y despierta, herido, en la enfermería… después de eso, nada es lo que parece… Dejo el resumen hasta ahí para que ustedes se sorprendan viendo la cinta.
En el fondo, Moon es un filme que busca atender las particularidades científicas y especulativas del viaje a y la vida en el espacio. Por ejemplo, si ustedes no sabían, la exposición a un ambiente de baja gravedad lleva a que nuestros cuerpos se atrofien por pérdida de material muscular y óseo. Nuestras mentes tampoco podrían tolerar fácilmente los largos períodos de aislamiento que implicarían un viaje hasta el planeta más cercano. 2001: Odisea del Espacio (1968) – influencia espiritual de este filme – discutió estos retos y los resolvió con sus naves centrífugas y el hecho de que Dave y Frank viajaban juntos. Moon, en cambio, nos ofrece a Sam, quien está sólo, y a lo sumo tiene a Gerty, la computadora de la estación, la cual, como HAL 9000, tiene una voz programada con sintentizadores (en este caso, para que suene como Kevin Spacey). Gerty pareciera ser amigable e inofensivo, pero uno nunca sabe con estas endemoniadas maquinitas.
Superficialmente, Moon es un ejemplo de ciencia ficción dura que atiende los problemas psicológicos propios de la inconsolable soledad que subyace la exploración de nuestro universo. Pero no se queda ahí nada más, si bien es cierto que se centra en las emociones de nuestro astronauta, va más allá y plantea una discusión sobre capitalismo y tecnología, sobre qué es lo que nos hace humanos y sobre qué podemos aceptar como realidad… OK, hasta ahí con la sinopsis, vayan a verla y regresen luego para el análisis (más abajo).
ANÁLISIS (de aquí en adelante se revelan partes críticas de la trama). Quizás la revelación más grande de Moon, sucede cuando Sam despierta en la enfermería. Él despierta bajo el cuidado de Gerty, quien ha asumido control de las tareas de operación y mantenimiento de la base. Pero hay algo raro en todo esto, para empezar, Sam ha sido informado que el satélite de comunicación está malo, pero incluso así logra escuchar una conversación en tiempo real de Gerty con sus supervisores en la Tierra.
Sospechoso de ésto, Sam persuade a Gerty de que le permita salir de la estación hasta que encuentra el sitio del accidente, y, ¡sorpresa! Encuentra a otro individuo igual a él, al Sam que resultó herido tras el accidente que acabamos de atestiguar. Ambos son clones, con memorias compartidas, memorias que les permiten mantener y operar la base y sus máquinas, pero, así también, de su familia, esposa e hija. Se revela luego que hay más como ellos, y que habrá más, cientos de clones apertrechados en el sótano de la base, listos para ser despertados en el futuro, al final del contrato de tres años (que, en realidad, es el plazo total de la vida útil con la que estos individuos son diseñados). Tras conocer la verdad, ambos están obligados a tomar decisiones difíciles para sobrevivir a sus empleadores, quienes buscan evitar que se conozca esta situación.
El punto más débil de Moon quizás sea esta premisa inicial. Por más que lo pienso, no tiene mucho sentido que Lunar Industries haya decidido usar clones para operar esta base, en lugar de usar personal ordinario. Incluso si admitiéramos que toda corporación multinacional es libre de consideraciones éticas, el uso de la clonación no sería más barato que entrenar a otros trabajadores para que vayan a hacer el trabajo de Sam (y tratarlos de forma igualmente descartable). Pero bueno, sin la parte de los clones, no habría premisa básica para el filme… así que véanlo como un pequeño precio que hay que pagar para una buena historia.
Aunque 2001 es el predecesor espiritual de Moon, Blade Runner (1982) constituye una influencia innegable. Como ese famoso filme de Ridley Scott, Moon hilvana una crítica bastante fuerte a la relación que existe entre capitalismo corporativo y tecnología. Aquí, una corporación produce clones para que sirvan como mano de obra controlable que pueda realizar la difícil tarea de producir energía desde la inhóspita Luna. El filme usa su historia e imágenes para comunicar y articular los miedos a la explotación capitalista, la deshumanización tecnológica y el colapso de preciados valores sociales – desde el amor hasta la empatía. En efecto, Lunar Industries usa clones precisamente porque tienen los recuerdos y memoria del otrora experimentado astronauta que administró efectivamente estas instalaciones. O sea, usa esa memoria – i.e.: lo que permite que cualquier ser humano desarrolle valores, aprendizaje, inteligencia, actitudes e identidad – poniéndola directamente al servicio del aparato productivo, y en un contexto controlado en el que esos recuerdos no se conviertan en distracciones del trabajo que hay que hacer. En otras palabras, esta corporación utiliza el elemento que nos hace más humanos para deshumanizarnos, todo con el objetivo de obtener una ganancia. Esto es tan evidente que la empresa denomina ‘contrato’ al tiempo de vida que los clones tienen desde el día en que son activados hasta el día que mueren.
Irónicamente, los clones reaccionan ante esta explotación de la forma más humana posible. Mientras los otros humanos usualmente aparecen en puestos de poder dentro de la estructura de mando corporativa, los clones atesoran los recuerdos que constituyen su pasado común (a pesar de que dicho pasado sea falso). Ambos individuos tienen personalidades y perspectivas de vida distintas. El peso histrionico recae claramente sobre el primer Sam, cuyo arco de personaje se centra en la forma en que él asimila la dura noticia de que – tal y como Sam 2 – él es un clon y no el original; por ende, sus recuerdos y anhelos de regreso a casa con su esposa, no son suyos. Incluso así, él defiende su humanidad en el más o menos optimista final de la cinta. En cierto modo, el famoso soliloquio de Roy Batty, al final de Blade Runner, resuena sobre su última decisión. En todo esto, es bueno recalcar el trabajo de Sam Rockwell en este filme. Rockwell quizás sea uno de los mejores actores de Hollywood, que, a la vez, nunca pareciera haber compenetrado tan bien con esa audiencia.
Kevin Spacey también hace un buen trabajo haciendo la voz de Gerty, una computadora, que si bien es reminiscente de HAL 9000, pareciera estar genuinamente interesada en el bienestar de Sam. Su preocupación es amoral. No ofrece gran tristeza por la situación de Sam 1 y su accidente, bueno más allá de la vergüenza (presentada en los emoticones con los que comunica su estado de ánimo) una vez que Sam 2 espía su reunión con sus supervisores en la Tierra. Gerty no cuestiona abiertamente las prácticas de la compañía, pero tampoco resulta muy contraria a ayudar a Sam a descubrir el secreto de su existencia. Incluso ayuda en el plan de Sam 2 para escapar. Gerty es una máquina al servicio de la empresa que la creó, pero así también encuentra formas muy humanas de subvertir el proceso, dada su empatía y su genuino interés – casi maternal – de cuidar a Sam.
El final de Moon promueve la empatía como la faceta más humana que define a nuestra raza, siendo la base central de la moralidad y la solidaridad con el otro; pero no necesariamente es un final feliz… La discusión en la radio con la que concluye la cinta claramente refleja la reacción de muchos, quienes interpretarían a Sam (incluso a pesar de su odisea) como una amenaza a la estabilidad de un mundo que se beneficia de energía abundante y barata. La disposición social de desdeñar la historia de este individuo (o mejor dicho, esta larga línea de clones esclavizados, engañados y asesinados) a cambio de contar con combustible barato, es reconocida por la cinta. En 2009, este final apuntaba a una secuela sobre la vida de Sam en la Tierra que, lamentablemente, nunca se plasmó en celuloide.
Moon es una película sobre múltiples temas: empieza como una exploración de las dificultades de la vida en el espacio, luego se convierte en un ensayo sobre la soledad y el aislamiento, después un análisis sobre la tecnología en el contexto de sistemas de explotación social, para finalizar con una cinta sobre la conciencia, la memoria y sobre qué significa ser humano. El director y guionista, Duncan Jones, ha hecho mucho con muy poco aquí… su trabajo es bellísimamente complicado pero a la vez sorprendemente sencillo. Nada hubiese sido posible sin Sam Rockwell, dado que evidentemente, ésta es su película. Moon es una entrega bien lograda, sombría y pensativa, libre de la acción implacable de otras obras de ciencia ficción recientes, pero repleta de grandes ideas… La recomiendo.
9/10 – Excelente
Dirección: Duncan Jones. Guión: Nathan Parker (basada en una historia de Duncan Jones). Fotografía: Gary Shaw. Edición: Nicolas Gaster. Actuación: Sam Rockwell y Kevin Spacey. Distribución: Sony Pictures Classic. País: Reino Unido. Duración: 97 minutos.