Ant-Man es una prueba más de que Marvel – uno de los estudios más implacables, despiadados y más chapados a la antigua del Hollywood moderno – es capaz de obtener éxito de cualquier cosa que se les ocurra hacer. En este caso no sólo me refiero a la capacidad de hacer una exitosa producción para el verano boreal con base en un superhéroe desconocido para la mayoría del público (como sucedió con Guardianes de la Galaxia el año anterior), sino que en la de rescatar lo que en su momento era una producción naufragada y transformarla en una historia funcional y atractiva.
Ant-Man fue originalmente planeada como una de las producciones de pequeña escala y presupuesto de la Fase 1 del universo cinematográfico de Marvel, y luego mantenida en la ‘lista de cosas por hacer’ en vista del interés público generado porque iba a ser dirigida por Edgar Wright (Shaun of the Dead, Hot Fuzz, The World’s End, Scott Pilgrim vs. The World, etc.). Sin embargo, su producción quedó suspendida cuando Wright decidió abandonar el proyecto por diferencias artísticas con el estudio, poco tiempo después de empezar la filmación.
El filme que hoy vemos en cines fue completado por el director Peyton Reed, usando un guión de Adam McKay que, en teoría, reconcilia las contribuciones artísticas de Wright, la historia original de Joe Cornish y las cosas que Marvel pedía del filme. Cualquier que sea el caso, especular sobre el drama detrás de escenas es para revistas de chismes. Yo soy un bloguero haciéndose pasar por crítico de cine y no veo el punto de atender esas cosas.
Lo que ustedes ocupan saber es si esta película es buena o no, ¿cierto? Y la verdad es que sí, Ant-Man es una película bastante agradable y entretenida, que creo que terminará arriba en el top ten de películas taquilleras del 2015, aunque es muy probable que nadie se acuerde de ella para el próximo año.
En comparación con las otras entregas de este estudio, Ant-Man es una cinta de más pequeña escala y con ambiciones más modestas. Su historia es algo así como un primo lejano de Iron Man (2008), las diferencias siendo que su escala espacial es más concentrada y no global, que lo que está en juego es algo personal y no algo apocalíptico, y donde la acción funciona dentro de una escala de imaginación y no de destrucción. Lo que sí es curioso es que esta pequeña historia se siente como una brisa de aire fresco en el contexto de las otras temática y narrativamente dilatadas producciones multimillonarias que se han presentado en los últimos meses, incluyendo Age of Ultron.
¿Nuestra historia? En los sesenta, el científico Hank Pym (Michael Douglas) logra construir un traje que le permite reducir el tamaño de su cuerpo, pero aumentar su fuerza física a pesar de ello. Durante la Guerra Fría, él decide convertirse en un superhéroe bajo el pseudónimo de Ant-Man (Hombre Hormiga), así llamado porque Pym también inventó un dispositivo para comunicarse con cualquier especie de hormiga. Sin embargo, su relación con el resto de la comunidad de superhéroes se agrió durante los ochenta, razón por la cual él se retiró y se convirtió en un recluso.
En la actualidad, Pym busca regresar a escena en vista de que su ex-socio y ex-protegido, Darren Cross (Corey Stoll) ha tomado control de la empresa y está desarrollando un traje miniaturizador similar denominado Yellowjacket, que luego planea vender a Hydra. La única forma de detener todo esto es traer de vuelta a Ant-Man. Pero, en vista de que Pym es incapaz de usar el traje y que no quiere que su infinitamente capaz hija Hope (Evangeline Lilly) lo haga, recluta a Scott Lang (Paul Rudd), un ex-convicto que busca redimirse a los ojos de su hija (Abby Ryder Fortson) y ex-esposa (Judy Grier). De esta forma, el plan es que, como el nuevo Ant-Man, Lang debe infiltrarse en el laboratorio de Cross, robar su traje y destruirlo para impedir el desarrollo de esta tecnología.
Como se puede notar, la cinta está planteada como una simple película de atracos (e.g.: Ocean’s Eleven, The Italian Job, Inside Man, Man on Wire, etc.) y sigue la estructura arquetípica del género al pie de la letra, i.e.: reunir a los conspiradores, aprender del lugar y su seguridad, desarrollar un conjunto de cómicas escenas de entrenamiento y luego el acto final repleto de giros sorpresivos.
Se trata de un abordaje curioso para una película de superhéroes, en especial si se considera que mucha de la acción intensa que define a ese género queda reservada hacia el final de la cinta, con un largo segundo acto centrado en los tres personajes principales definiendo los pormenores del plan. Pero, cuando Lang se pone el traje y se reduce al tamaño de una hormiga, como parte de la preparación para el robo, Ant-Man se convierte en una maravilla técnica y de perspectiva. A su alrededor tenemos un filme con una historia agradable y un excelente ritmo cómico, cortesía de Rudd y del siempre grandioso Michael Peña, quien interpreta al compañero de celda y mejor amigo de Lang.
Claro está, todo esto opera bajo la premisa de que nada de lo que pasa en Ant-Man debe interpretarse como un gran evento en el universo de Marvel, como sí lo fue Soldado Invernal (2014). De hecho, esta cinta es quizás una de las historias más ligeras y genéricas en desarrollo de personajes producidas por ese estudio. Tenemos aquí una trama que se mantiene en un nivel bastante básico. Cualquier complicación adicional derivada de explorar cómo Lang reacciona a una sociedad que lo excluye – en razón de ser un ex-convicto – pareciera haberse interpretado como interferencia para las escenas más ridículas en las que este personaje recibe su entrenamiento de superhéroe y comienza a hablar con hormigas.
Similarmente, el pobre esfuerzo del filme para desarrollar un buen villano, con buenas motivaciones y un buen plan, fue dejado de lado para las escenas genuinamente graciosas de Lang con su equipo de ‘ladrones con corazón de oro’. Así las cosas, el personaje principal comienza siendo un buen padre que cometió un error torpe, pero virtuoso, pero no es objeto de ningún cambio personal en el proceso. De hecho se siente como si este progreso hubiese tomado lugar en la prisión antes de comenzar la película.
Quizás el único personaje que recibe un buen tratamiento es Hank Pym. En esencia, su progreso personal tiene que ver con él siendo honesto con su hija de por qué no quiere que ella tome el rol de Ant-Man, a pesar de estar muchísimo mejor preparada para el rol que Lang. Pym eventualmente ve el error en sus acciones (a manera de una débil excusa de ‘quería protegerte’), pero todo este progreso pareciera estar en función de servir como pretexto de por qué un hombre tiene que hacer todo el trabajo de superhéroe, mientras la infinitamente mejor calificada mujer debe ver todo tras bambalinas, al tiempo que admira los abdominales del tipo.
Todo funciona como un chiste dirigido a la audiencia, burlándose de cómo Marvel ha sido incapaz (o cauteloso) de lanzar una cinta de superhéroes protagonizada por una mujer. Entiendo el chiste, pero no me hace gracia, pues si bien es cierto que Lilly le da un gran peso emocional a su personaje, Hope queda prácticamente sin nada que hacer en la cinta, convirtiéndola en unos de los personajes femeninos menos esenciales del estudio dede Betty Ross (Liv Tyler) en la última película de Hulk (2007).
Pero, para aquellos que vinieron al cine sin muchas pretensiones en torno a la profundidad temática o narrativa de la historia, Ant-Man es un filme que claramente cumple y entretiene. Reed nos ofrece una cinta ligera, colorida y dinámica, repleta de escenas altamente imaginativas y graciosas, y utilizando la fórmula usual con gran efectividad. Personajes livianos aparte, es muy agradable ver un filme de superhéroes centrado en avanzar a un ritmo que pareciera tan despreocupado y sin prisa, pero a la vez tan efectivo a la hora de ofrecer contenido tan diverso.
Y sí, aunque el segundo acto no cuenta con mucha acción (aparte de las escenas en las que Lang se minimiza ocasionalmente), el final es total satisfacción: un collage de persecuciones y peleas altamente imaginativas, en lugares bastante innovadores y haciendo un uso hilarante de los poderes de héroe y villano de cambiar su tamaño, todo lo cual culmina en una escena de acción entre Ant-Man y Yellowjacket, definida por una lucha con altísimos daños colaterales al puro estilo de Hombre de Acero, pero en una mesa llena de juguetes. El entretenido despelote del tercer acto hace que todo se sienta más como una comedia-acción de los noventa protagonizada por Robin Williams, que una cinta de superhéroes de esta década.
Yo no estoy totalmente seguro de que Ant-Man se convierta en una de las cintas más importantes de Marvel para efectos del resto del universo cinematográfico. Aunque está claro que las escenas post-créditos sugieren que estos personajes podrían jugar un rol más relevante en el futuro, lo cierto es que también hay cosas que quedaron sin respuesta de la película de Hulk de hace una década, por lo que quién sabe. Yo concluiría diciendo que, a pesar de ser uno de los filmes más pequeños en escala del estudio, Ant-Man es uno de los más entretenidos y emocionalmente efectivos, así como una de las confecciones más atractivas del verano boreal del 2015; razón por la cual, lo recomiendo.
8/10 – Genial
Director: Peyton Reed. Guión: Edgar Wright, Joe Cornish, Adam McKay y Paul Rudd (basada en Ant-Man por Stan Lee, Larry Lieber y Jack Kirby). Fotografía: Russell Carpenter. Edición: Dan Lebental y Colby Parker, Jr. Actuación: Paul Rudd, Evangeline Lilly, Corey Stoll, Bobby Carnevale, Michael Peña, Tip Harris, David Dastmalchian y Michael Douglas. Distribución: Walt Disney Studios. País: Estados Unidos. Duración: 117 minutos.