Yo nunca había visto una película de Mad Max hasta el día de hoy, y de hecho lo único que conocía de aquellas películas era su reputación como clásicos del cine de acción, que, de la misma forma que la Guerra de las Galaxias, Indiana Jones, Rambo, la obra de John Carpenter y Tron, marcaron a la generación actual de adultos y jóvenes adultos que hoy recuerda a los ochenta como algo mejor de lo que realmente fueron. Esas cintas de George Miller – legendario director y también creador de algunos clásicos infantiles como Babe (1995) y Happy Feet (2006) – fueron temporalmente olvidadas después de que el tipo que hacía de Mad Max se volvió un cristiano enloquecido, pero hoy han sido revividas con la ayuda de un estoico Tom Hardy y una fantástica Charlize Theron. El género de cintas de acción sobre guerras automovilísticas después del apocalipsis (si es que dicho género existe) está más vivo que nunca con Fury Road.

Si usted es como yo y nunca ha visto una película de Mad Max, entonces una breve introducción es necesaria. Estamos en el futuro y nos hemos quedado prácticamente sin petróleo. Pero en vez de empezar a usar más responsablemente ese recurso, hemos decidido mandar a la mierda a todo planeta excepto por los automóviles, de los cuales, al parecer, ahora dependemos más que nunca. El protagonista es Max Rockatansky (Hardy), un trastornado matón ambulante, a quien encontramos haciendo lo que hace mejor: ser absorbido por eventos caóticos de los que no quiere tener parte, pero de los que tampoco pareciera querer escapar. El filme arranca con Max siendo capturado para servir como banco de sangre humano para un mortal culto del desierto dirigido por el bizarro y tiránico Immorten Joe. Poco después de su llegada, una guerra comienza cuando la más renombrada general del culto, Imperator Furiosa (Theron) ayuda a escapar al harén de esposas/esclavas sexuales del Immorten. Con esto arranca una larguísima persecución (y cuando digo larguísima, me refiero a que constituye casi la totalidad del filme) repleta de constantes y creativos combates entre vehículos. Max se encuentra uniéndose a Furiosa a regañadientes, ayudándole a escapar de tres o cuatro facciones de dementes bárbaros del desierto.

Pues sí, eso es toda la película. Los buenos manejan un trailer lleno de muchachas guapas a lo largo del yermo desierto post-apocalíptico, el villano – un Darth Vader amante del rock metal – y su ejército de neo-nazis/’junkies’ suicidas los quieren capturar, todos se persiguen entre sí usando un montón de automóviles y camiones reconstruidos para servir como vehículos de batalla, y ocasionalmente, tenemos la intervención de la naturaleza en la forma de un pantano a la mitad del desierto o una violenta tormenta de arena. El producto de todo esto también es un filme de acción de un tipo que ustedes probablemente nunca han visto antes, una fusión perfecta de las anticuadas y lunáticas ideas que hicieron a Miller famoso a principios de los ochenta y lo más novedoso de la tecnología digital y técnicas de edición del siglo XXI. Esta es una película de acción que avanza tan rápido y tan confiada de sí misma que uno no se da ni cuenta de su fuerte fundamento narrativo, sobre todo en vista de la profundidad temática que subyace su historia tan engañosamente sencilla.

Si bien Mad Max es el título de la película, nuestro cándido y carismático héroe pareciera tropezarse con la aventura de alguien más en Fury Road. Esta es la película de Furiosa: ella es quien toma la iniciativa que detona toda la trama, ella es quien lo arriesga todo para cumplir su misión, y ella es quien maneja el gigantesco camión de batalla. Mientras tanto, Max pasa la primera hora de la cinta con una mordaza de acero que le impide hablar bien, eso sin contar que una vez que se la quita, tampoco habla mucho. Ésta no es una de esas películas en las que el personaje titular es la única persona del planeta que puede salvarnos porque la película así lo dice. No cabe duda de que Max es muy capaz (y, Hardy tiene una presencia tan sólida que asumo que muchos olvidarán que Mel Gibson interpretó ese rol en el pasado) – pero lo cierto es que uno no deja de pensar que Furiosa probablemente hubiese alcanzado todo lo que quería por su propia cuenta.

Theron ha probado ser una extraordinaria actriz en muchas otras películas antes que ésta, pero Furiosa es una revelación – no me imagino una heroína así de original para las películas de acción que vienen en estos meses de definidos por las películas taquilleras. También es notable la actuación de Rosie Huntington-Whitely y una matizada presentación de Nicholas Hoult como un soldado raso del ejército de Immorten Joe, cuyo arco de personaje constituye la espina dorsal filosófica del filme… y sí, dije filosófica.

Quedo fascinado por el esfuerzo de Miller de imaginarse cómo sería un futuro en el que una sociedad humana que ha caído en el barbarismo intentara reconstruir cultura y civilización con base en un pasado recordado a medias. Aquí es donde la cinta hace su punto, de una forma que podría verse como tosca o grosera, pero que se siente de lo más sutil en una película en la que uno de los vehículos del villano viene decorado con un un gigantesco equipo de sonido y un tipo con una guitarra eléctrica que lanza llamas de fuego, nada más porque sí.

Verán, Furiosa no está solamente ayudando a las “esposas” del Immorten a escapar, ella las está llevando a su tierra natal – un matriarcado bajo el control de motociclistas casi amazónicas que siguen un camino civilizatorio basado en la crianza gentil y la convivencia con la naturaleza (pero bastante expertas en el uso de todo armamento posible, porque, a fin de cuentas, esta es una película de Mad Max). Allí, estas muchachas esperan criar a sus hijos e hijas no como jefes militares, sino que bajo la rúbrica del llamado a la conciencia filosófico de “Quién mató al mundo?” En contraste, el obscenamente malvado Joe gobierna sobre sus súbditos por medio de una religión creada por él mismo y que combina elementos de culto al automóvil, culto a las armas de fuego, mitología vikinga y una cultura hiper-masculinizada y centrada en una idea exagerada del honor que se refleja en sus soldados suicidas, autodenominados como ‘Chicos de la Guerra’… todos ellos listos para morir bajo las órdenes de su ‘padre’ postizo.

Sí, Fury Road cuenta la historia de una batalla por el futuro de la civilización humana, en la que la declaración fundamental es que las fuertes figuras patriarcales como Immorten Joe fueron las que causaron los problemas que destruyeron al mundo, mientras que las amazonas ambientalistas de Furiosa representan una verdadera oportunidad de esperanza y progreso. Estas contemplaciones ecofeministas no son lo que uno esperaría de una película en la que guitarristas metal con guitarras/lanzallamas son parte de la decoración del relato.

En conclusión, créanle a la emoción generada por esta cinta. Mad Max: Fury Road es uno de los filmes de acción más brutales y violentos de los últimos años, es una de las experiencias visuales más arriesgadas y audaces que recuerdo; y – de la forma más improbable – uno de los trabajos más brillantes de ciencia ficción antiutópica que han emergido este año. De veras tienen que verla, porque es absolutamente genial.

10/10 – Espléndida

Dirección: George Miller. Guión: George Miller, Brendan McCarthy y Nico Lathouris. Fotografía: John Seale. Edición: Margaret Sixel. Actuación: Tom Hardy, Charlize Theron, Nicholas Hoult, Rosie Huntington-Whiteley, Riley Keough, Zoë Kravitz, Abbey Lee y Courtney Eaton. Distribución: Warner Bros. Pictures. País: Australia y Estados Unidos. Duración: 120 minutos.