300: EL NACIMIENTO DE UN IMPERIO usa un inesperado abordaje en la producción de secuelas. Por un lado, el filme funciona simultáneamente como una precuela, una secuela y una historia paralela, presentando una trama que se desenvuelve antes, durante, y luego de los hechos de 300 (2006). Por otro, NACIMIENTO pareciera ser una crítica del filme que le precede.

Básicamente, la película se siente como si hubiera sido elaborada por un equipo de producción rival que decidió secuestrar la trama de sus creadores, para ponerla en contra de los aspectos más problemáticos de la película original. Así, mientras 300 fue vista por muchos críticos como una adoración simplista del fascismo militarista de la antigua Esparta, NACIMIENTO es propaganda de guerra a favor de la democracia ateniense.

No sólo eso, a diferencia de 300, esta secuela enmarca la Batalla de las Termópilas como una manifestación del narcisismo machista y miope de los espartanos, señalando que fue únicamente relevante como un símbolo para que Atenas alcanzara su aspiración de unir a Grecia en contra de Jerjes.  Finalmente, mientras 300 fue una exaltación de una masculinidad exagerada y retrógrada, NACIMIENTO hace a dos de los tres personajes principales, mujeres. En síntesis, si alguno de ustedes pensó que Leonidas y Jerjes se veían como zoquete muy ruidoso peleando con un bebe grande y tonto, este filme pareciera estar ligeramente de acuerdo.

Todo esto hace que NACIMIENTO sea un filme más interesante y más pensativo que su predecesor, claro está, dentro de los límites de un cine centrado en la atracción visceral hacia cuchillazos sanguinarios. Eso sí, no estoy seguro de que ello lo haga un mejor filme que el anterior. 300 fue la realización perfecta de lo que quería ser: un perfecto monumento a la estupidez construido sobre una base aún más idiota. Era una historia, casi de videojuego, limitada a la premisa más básica de héroe, villano y pelea, tanto así que ni siquiera alguien como Frank Miller (autor de la historia gráfica original) podía echarlo a perder.

En cambio, las ambiciones de NACIMIENTO son más altas. Busca aplicar el estilo violento y visceral de 300 no sólo a las secuencias de acción, sino que al estudio del contexto político, histórico y humano de las Guerras Médicas y su impacto en la civilización occidental. Esa es una meta muy alta a la cual apostar, y la verdad es que no creo que esta película la alcance del todo. Sin embargo, sí puedo decir que logra desarrollar un buen filme de acción en el proceso de intentarlo.

Nuestro héroe es Temístocles (Sullivan Stapleton), político y comandante naval ateniense. De acuerdo a la trama, él fue el responsable de herir fatalmente al rey Darío en la Batalla de Maratón, concluyendo la Primera Guerra Médica. Sin embargo, dado que dudó de matar al príncipe Jerjes, se siente de alguna forma responsable cuando éste regresa a invadir Grecia, esta vez, bajo el auspicio de Artemisa, su principal comandante naval (Eva Green). Siendo incapaz de asegurar una alianza con Esparta, pero intuyendo correctamente que la incursión de Leonidas terminará en fracaso, Temístocles decide atrasar el avance de las fuerzas navales persas en Salamina lo suficiente como para que los 300 se conviertan en un símbolo para garantizar la unión de Grecia en contra de Jerjes. Pero para hacerlo, debe enfrentar a Artemisa, una enemiga cientos de veces más despiadada, sanguinaria y astuta que Jerjes. De forma que, los actores, las motivaciones y las apuestas son bastante diferentes en esta ocasión. Eso sin decir que, ahora, la mayoría de la pelea toma lugar sobre el agua.

Adicionalmente, Temístocles es un líder muy diferente que Leonidas. Este es un hombre ordinario que ha escalado los rangos por su inteligencia y no sus músculos, y que dirige un ejército constituido de civiles conscriptos y no soldados profesionales. Por eso, tiene sentido que Stapleton ofrezca una actuación diferente a la de Gerard Butler, siendo más matizada y discreta. Aunque es una buena actuación, no me parece que calza bien en un filme tan bombástico como éste. Él se conduce bien en escenas de acción, pero quizás sea un actor muy sutil para esta franquicia.

En este caso, la villana es la que provee la actuación memorable y llamativa, y no hay duda alguna: Eva Green es una excelente actriz. Decir que ella se roba el show no hace justicia a la forma en que ella envuelve, abruma y devora todo el filme. Artemisa no sólo domina, sino que encadena la película a la cama y la seduce de tal forma, que ni se acuerda y ni le importa donde dejó la billetera, las llaves o el carro.

Ayuda mucho que el guión haga de ella el personaje mejor escrito de la serie. El trasfondo del personaje genera cierta simpatía, pero su deseo de venganza es tan psicótico y abrumador que uno llega a sentir lástima de Jerjes, a quien vemos aquí como un príncipe débil, sobre el cual el rol de líder divino le es forzado por decisión de esta mujer. Cierto, ha habido muchas actrices que han logrado desarrollar bien la rutina de la ‘reina bárbara’. Pero ninguna lo ha hecho como Green, comenzando por el hecho de que ella es atractiva en el filme, precisamente porque es cruel, vil y despiadada. Su histrionismo es tan elaborado que alcanza la pared que separa el drama mesurado, la actuación exagerada y la posesión demoníaca y la destruye en mil pedazos.

Green ha sido una actriz muy convincente desde que llegó a escena y esta película se percibe como prueba de su afianzamiento. Ella es una fuerza de la naturaleza en esta película: convincente en escenas de acción y grandiosa en escenas dramáticas. Siempre es difícil comunicar la premisa de que una villana utilice su sexualidad en bruto como medio para abrumar a sus rivales y motivar la acción de sus subalternos, y en este caso, Green lo hace ver como algo absolutamente creíble y orgánico. De hecho, no logro entender como la interpretación única de Artemisa y Temístocles de la escena de ‘únete conmigo al lado oscuro’ no se ha convertido en una de las más memorables del año. Especialmente, porque sólo pareciera estar ahí para permitir que la primera castre verbalmente al héroe en el emocionante final.

Irónicamente, lo malo de su actuación es que le hace a la película lo que hace en el campo de batalla. Su nivel de juego es tan bueno y tan superior al de todos los demás que es fácil perder de vista el resto del filme. Si bien es cierto que Atenas no se rindió ante Artemisa, NACIMIENTO DE UN IMPERIO capitula frente a su actriz principal desde la primera escena.

Pero en el lado positivo, aunque la película no alcanza los talones de Green, es bastante buena. El regreso de personajes memorables de 300 como Jerjes (Rodrigo Santoro), Efialtes (Andrew Tiernan), la reina Gorgo (Lena Headey) y “Faramir” (el mae con el parche que interpreta David Wenham, ¿ese personaje tiene nombre?) hacen que los acontecimientos se sientan épicos. El nuevo director, Noam Murro, le da un toque particular al filme – contrastando pero no cuestionando las memorables decisiones estéticas y cinematográficas de Zach Snyder y las batallas son emocionantes y cautivadoras. La guerra en el mar, especialmente en esta época, es presentada con muy poca frecuencia en el cine, y, aunque no sé si era realmente se veía así, esto se ve bastante bien.

Por lo tanto, tenemos aquí una película con notables puntos altos, muy pocas malas decisiones y el potencial canon para evaluar a mujeres interpretando roles de villanas de ahora en adelante. Si consideramos cuán absolutamente innecesaria era una secuela para 300, puedo decir que NACIMIENTO DE UN IMPERIO es una maravillosa sorpresa.

7/10 – BUENA

DIRECCIONNoam Murro. GUIONZach Snyder y Kurt Johnstad (basado en ‘Xerxes’ de Frank Miller). FOTOGRAFIASimon Duggan. ACTUACIONSullivan Stapleton, Eva Green, Lena Headey y Rodrigo Santoro. DISTRIBUCIONWarner Bros. Pictures. PAISEstados Unidos. DURACION: 102 minutos